[Misterija buff]. Composición teatral futurista en tres actos y un prólogo de Vladimir Vladimirvič Majakovskij (1894-1930), representada por primera vez en 1918. Majakovskij es el máximo exponente del futurismo ruso, surgido en los años de la revolución, y después cantor del bolchevismo.
En el Misterio Bufo, al que el poeta llama «representación epicosatírica de nuestra época», toman parte en la acción el orbe terráqueo, el arca de Noé, el Infierno y el Paraíso; los protagonistas son 14 hombres pulcros, entre ellos el negus de Abisinia, un rajá y el representante de los pueblos más civilizados del mundo, y 14 hombres sucios: un caminero, un chófer, un minero, etc., los cuales simbolizan el proletariado mundial. Los protagonistas se reúnen en el Polo Norte, única parte habitable del mundo, después de un diluvio imprevisto. Se construye el arca proveyéndola de víveres, pero los hombres pulcros, una vez elegido rey del arca el negus, en nombre de la ley obligan a los hombres sucios a llevar de la bodega al puente los alimentos que ellos solamente deben comer. Pero el negus les hace ser precavidos, y como se lo come casi todo, lo arrojan de la nave. Se instaura la democracia, siempre en provecho de los hombres pulcros, hasta que los sucios se revolucionan y toman el mando de la nave. Aparece entonces, caminando sobre el mar, «el hombre común», el cual explica que el paraíso ha sido cerrado para el hombre e invita a los sucios a trepar a la arboladura de la nave para pasar, a través de las nubes, a un mundo nuevo.
Los sucios siguen el consejo, yendo a parar al infierno, donde asustan a los diablos explicando las torturas que sufren en el mundo los pobres; después atraviesan el Paraíso y allí encuentran entre los santos a Matusalén, Rousseau y Tolstoi. Vueltos a la tierra, encuentran un ejército de máquinas inmóviles, en espera de que las pongan en movimiento, y una ciudad moderna de tipo americano, refulgente de metales. Comienza la vida del trabajo feliz. Las imágenes directas, el énfasis y el propio argumento hicieron que esta obra fuese acogida con entusiasmo por las masas de trabajadores.
G. Kraisky