Nació el 25 de diciembre de 1721 en Chichester, donde murió el 12 de junio de 1759. Estudió en el Winchester College de Oxford y precozmente revelóse poeta de sensibilidad delicada, despertando el interés de Goldsmith y Thomson.
Llegado a Londres con la vaga intención de ganarse la vida con ayuda de sus versos, no logró llevar a cabo tales proyectos por su carácter débil y sujeto a frecuentes crisis depresivas. A los veintiocho años, tras heredar una pequeña fortuna de su tío, regresa a su país natal, donde viviría aún durante un decenio, aunque bajo un desequilibrio mental que le llevó al borde de la locura.
De sus obras, con las Églogas persas, llamadas posteriormente Églogas orientales (v.), y las Odas sobre diversos temas alegóricos y descriptivos (v.), vinculadas aún a los artificios de la tradición clasicista, con personificaciones abstractas y un amanerado tono idílico, y a menudo frías y oscuras, destacan algunas composiciones líricas (Ode to Simplicity, Ode to Evening, The Passions, Ode for Music), las cuales, por el gusto nuevo al paisaje, la inspiración fantástica y melancólica y una melodía sutil, anuncian la tendencia romántica.
Severamente juzgado por el doctor Johnson, que le consideró sólo un soñador idílico («amó las praderas, los gnomos, los gigantes y los monstruos; su poesía merece elogios, pero no gusta»), C., poeta de transición, únicamente podía ser apreciado después de su muerte. Tanto por el drama oscuro de su vida como por la originalidad de sus versos, ejercería una profunda sugestión sobre los espíritus de Coleridge y Keats.
F. Mei