Nació el 8 de enero de 1824 en Londres, donde murió el 23 de septiembre de 1889. Estudió Derecho y luego le atrajo la pintura, siguiendo las huellas de su padre, apreciado paisajista.
Sin embargo, no tardó en manifestar su vocación literaria en una biografía sobre éste (Memorias sobre la vida de William Collins, 1848) y en la novela Antonino, o la caída de Roma (1850), sugerida por su estancia en la Ciudad Eterna entre los doce y quince años.
Convencido por Charles Dickens de sus dotes narrativas, por mediación de éste pudo colaborar en las difundidas revistas All the Year Round y Household Words. Así nacieron las novelas por entregas Vagabundeo más allá del ferrocarril (1851), Esconde y busca (1854), El oscuro secreto (1857), La dama de blanco (1860, v.), que le hizo famoso; La piedra lunar (1868, v.), El mesón hechizado (1878) y El ciego amor (aparecida con carácter póstumo en 1890).
Una profunda amistad unió a C. y Dickens hasta el fin, según se deduce de la interesante correspondencia Cartas de Charles Dickens a Wilkie Collins (1851-1870), publicada en 1892. Si bien nuestro autor mostró a su más célebre amigo la manera de bordar una ingeniosa trama (como lo demuestran las últimas obras de Dickens, y singularmente El misterio de Edwin Drood, v.), aprendió, en cambio, de él a no exagerar lo sobrenatural en la composición de sus novelas, inspiradas siempre en delitos y hechos misteriosos.
Muy popular asimismo en otros países, C. puede considerarse padre de la novela policíaca. Son célebres algunos de sus personajes, que, además de ofrecer unos rasgos peculiares, aparecen como típicos retratos de la sociedad media victoriana: el mayordomo Betteredge, la doncella Drusilla y el sargento Cuff, progenitor de Sherlock Holmes.
L. Fuá