Ventura de la Vega

Nació en Buenos Ai­res el 14 de agosto de 1807 y murió en Madrid el 29 de noviembre de 1865. Era hijo de un contable de la Real Hacienda llegado a la Argentina como inspector general, y quedó huérfano a los cinco años. En 1818 fue enviado a Madrid a completar los estu­dios. Alumno del colegio de San Mateo, tuvo allí en calidad de maestros a Lista y Hermosilla. Luego vivió siempre en España, aun cuando conservó la nacionalidad argen­tina, y en aquel país entabló numerosas amistades y dedicóse al trabajo intelectual. Inducido a la literatura por la influencia de Nicasio Gallego y Quintana, frecuentó las reuniones del «Pamasillo», en las que toma­ban parte, entre otros, Bretón de los Herre­ros, Grimaldi, Espronceda (anteriormente condiscípulo de Ventura en el colegio de San Mateo),,, Larra y Estébanez.

A instan­cias de Grimaldi, a los diecisiete años em­pezó a traducir obras de V. Hugo, Duval, Delavigne y Scribe. Volteriano y liberal, perteneció junto con Espronceda y otros a la sociedad secreta «Los Numantinos». En 1828 escribió la composición poética A la pacificación de Cataluña por Fernando VII; más tarde (1838), el matrimonio con la fa­mosa cantante Manuela Oreiro de Lema, hízole fiel a la religión y a los poderes cons­tituidos, de suerte que la regente María Cris­tina, le confió la secretaría del Conservato­rio. Además de funcionario ministerial fue profesor y secretario de Isabel II, miembro de la Real Academia de la Lengua desde 1842, director del Teatro Español, gentil­hombre de corte y subsecretario de Estado. Poseyó una considerable práctica teatral. Realizó unas ochenta traducciones y va­rias adaptaciones de obras de Scribe, Ducange y otros, que luego excluyó del con­junto de su producción, a pesar de su valor poético, siquiera fragmentario, y de sus in­dudables efectos escénicos.

Poeta académico por excelencia, y neoclásico por definición, escribió muchas odas de circunstancias don­de canta a la reina María Cristina, exalta a los defensores de Sevilla contra Espartero (1843) y celebra los triunfos de la guerra de África. Su nombre, empero, se halla vinculado en particular al teatro. El primer drama original de Ventura de la Vega, El hombre de mundo (1845, v.) es considerado toda­vía hoy una obra maestra por la perfección de la técnica teatral y una intensidad cómi­ca que recuerda a Moratín. Compuso luego el drama histórico Don Fernando el de Antequera (1847), La crítica de El sí de las niñas (1848), Un hablador sempiterno (1859), la tragedia La muerte de César (1863), parodiada luego por el mismo autor en La muerte de Curro Cejas, publicada en 1866; El marqués de Caravaca (1854) y muchos otros textos teatrales, reunidos después de su muerte en Obras escogidas, en las que a la sencillez de la trama se unen siempre una delicada gracia satírica y una majes­tuosa compostura trágica.

G. Savelli