Nació en Bélgica hacia 1235 y murió en Orvieto entre 1281 y 1284. La exacta significación histórica de este pensador del siglo XIII, mencionado con lisonjeros versos en la Divina Comedia (Paraíso, X, 133-138), es todavía objeto de discusión entre los medievalistas. Desde Bélgica, donde parece haber figurado en el grupo de los canónigos de San Martín de la ciudad de Lieja, dirigióse a París, y destacó pronto por su talento y su carácter batallador en las controversias disciplinarias y culturales que agitaron la gran universidad local durante los años del período 1266-1277. Siger fue el adalid del movimiento filosófico denominado averroísmo latino. En realidad, era un convencido aristotélico, lo mismo que Santo Tomás; sin embargo, a diferencia de éste no tendió a la cristianización de Aristóteles; sino a la difusión de su carácter histórico genuino.
Llevó, incluso más allá de sus consecuencias extremas, la convicción común a todos los maestros del siglo XIII que le inducía a ver en el estagirita al filósofo por excelencia; y, así, consideró apolíticas las tesis más heterodoxas del aristotelismo: la necesidad y la eternidad de la creación, la autosuficiencia del mundo, la negación de la Providencia y el determinismo universal. Declaró inútil la tendencia a establecer una concordancia entre la filosofía y la teología, o sea entre las conclusiones racionales y la verdad revelada. El conflicto decisivo entre al aristotelismo personal de Santo Tomás y el averroísta de Siger planteóse, empero, en el ámbito de la psicología. La vida y la actividad literaria del maestro brabanzón se hallan vinculadas en gran parte, efectivamente, a las polémicas provocadas por su adhesión a la teoría de Averroes acerca de la unidad del intelecto posible, que apareció, entre todas las doctrinas por él defendidas, como la más audaz y rica en consecuencias anticristianas.
Siger compuso muchas obras, entre las cuales figuran comentarios a la Metafísica (v.), la Física (v.) y otros textos de Aristóteles; atrajeron singularmente la atención de sus contemporáneos y de los historiadores posteriores sus comentarios a Del alma (v.); hasta 1270, como se desprende de las Quaestiones in III librum de Anima, todavía inédita, el autor se adhiere plenamente a la tesis de Averroes según la cual la actividad de la imaginación es el único nexo entre el intelecto aislado y el hombre. Las críticas del opúsculo tomista De unitate intellectus y la primera condena episcopal de 1270 indujéronle a presentar dicho criterio un tanto modificado en el tratado Del alma intelectiva (v.), aparecido en 1272-73. Y así, dice que la inteligencia autónoma es «intrinsecus operans in homine». Ello, empero, no le evitó verse envuelto en la solemne condenación de 1277.
Forzado a la interrupción de su labor docente y citado ante el gran inquisidor de Francia, Simón de Val, Siger abandonó el territorio francés y se dirigió a Orvieto, donde residía la corte pontificia, a Ra cual, probablemente, debió de apelar. De ser auténtico un texto de Siger descubierto por Grabmann y publicado por Van Steenberghen, la ideología de nuestro autor habría evolucionado ulteriormente hacia una conciliación con el pensamiento de Santo Tomás. Siger pereció trágicamente en Orvieto, asesinado por su secretario enloquecido.
E. Bettoni