Figura eminente y singular de teólogo, papa y mártir, en 235 ó 236. La reconstrucción sistemática de su vida y su actividad literaria se apoya en un conjunto de datos e indicios, los más importantes de los cuales son: la noticia, del cronógrafo del año 354, según la cual H. y el pontífice Ponciano fueron deportados a Cerdeña y los huesos del primero dejados en una localidad junto a la vía Tiburtina; una inscripción del papa San Dámaso, que vincula a H. al cisma novaciano y le presenta reconciliado con la Iglesia en el momento de su muerte; y una estatua mutilada descubierta en 1551 cerca de la basílica de San Lorenzo (o sea junto a la vía Tiburtina, donde se hallan los recuerdos de Novaciano) y en la cual reconocióse a H., por cuanto en la base figuran una lista de obras y un cómputo pascual para los años 222-233 de acuerdo con lo aducido por Eusebio, quien presenta asimismo un catálogo de textos de nuestro autor, ampliado posteriormente por San Jerónimo.
Los dos saben que H. fue obispo; pero ignoran su sede, que escritores más tardíos fijan en Arabia. Por su parte, Prudencio adornó su fin inspirándose en el mito del héreoe ateniense de su mismo nombre, amado por Fedra. Con H. de Roma fueron probablemente confundidos otros mártires homónimos. Finalmente, el descubrimiento de la Confutación de todas las herejías, texto que al principio dio lugar a su confusión con los Filosofúmenos (v.) de Orígenes (título que sigue aplicándose también a la obra de H.), y luego fue reconocido (a pesar de ciertas vacilaciones y a la reciente impugnación de Nantin) como perteneciente al autor que nos ocupa, hizo posible una mayor claridad en tomo a esta incierta figura.
Hipólito, por lo tanto, fue sacerdote bajo los papas Víctor y Ceferino (189- 217) y adversario del diácono Calixto, luego pontífice, para oponerse al cual se hizo consagrar y procuró ser elegido papa, en tanto acusaba al contrario de sabelianismo y lapsismo; el cisma prosiguió hasta la persecución y la deportación de H. En cuanto a sus ideas, cabe posiblemente vislumbrar una evolución progresiva, en el curso de la cual debió de acentuarse el milenarismo que, junto con la afición a la doctrina del logos, llevóle a discutir con el sacerdote Gayo y con Artemón; sin embargo, diversos problemas de carácter literario relativos al pensamiento del antipapa son todavía objeto de controversias. Segura parece, en cambio, la atribución a H. del Ordenamiento apostólico egipcio, con el cual se identifica la obra Tradición apostólica, recordada en la inscripción de la estatua.
A. Pincherle