Nació el 8 de septiembre de 1709 en el hogar de un librero de Lichfield y murió en Londres el 13 de diciembre de 1784. Se le denomina comúnmente «Doctor Johnson». Luego de haber frecuentado la escuela en su localidad natal, donde reveló excepcional precocidad, estuvo durante un breve período en Oxford. Los primeros años de su existencia se vieron amargados por la pobreza. A través de una dura lucha fue viviendo gracias a la composición de artículos y a la enseñanza. Posteriormente estableció una escuela, empresa desastrosa por cuanto no atrajo sino a una media docena de muchachos; entre ellos, empero, y debido a una casualidad extraordinaria, hallábase David Garrick. El maestro y el discípulo se hicieron pronto amigos, y en 1737 ambos marcharon a Londres; allí Garrick se convirtió, poco después, en centro del mundo teatral inglés, como J. pasó a serlo del literario.
Salvo un breve retomo a Lichfield, donde compuso la tragedia Irene, y uno o dos viajes, como el realizado a Escocia, vivió casi continuamente en Londres, ciudad que, según él mismo afirmó, proporcionaba al hombre «cuanto la vida puede ofrecer». Pasó los primeros años de su vida londinense ocupado en trabajos sueltos, singularmente para el Gentleman’s Magazine, al que entregó una serie de «relaciones parlamentarias» en una época en que los «reporters» no tenían permitida aún la asistencia a las discusiones celebradas en la House of Commons. Pero J. estaba llamado a más importantes menesteres. En 1747 quedó establecido el plan del famoso Diccionario de la lengua inglesa (v.), obra que, tras una actividad febril, apareció en 1755, constituyó una base para un estudio histórico del idioma inglés y ejerció una profunda influencia en los escritores posteriores.
Sólo pensando que antes de ella no se había llevado a cabo nada por el estilo, resulta posible concebir las proporciones de la obra, cuyas definiciones eran, en su mayoría, debidas a J. Demuestra la capacidad de trabajo de éste la composición, durante los años empleados en la preparación del Diccionario, del largo poema The Vanity of Human Wishes (1749) y de una serie de ensayos aparecidos en The Rambler (1750-52). Apenas salido el Diccionario anunció, en 1756, su Shakespeare (publicado en 1765), con el cual puso nuevamente de manifiesto sus probadas facultades críticas; al mismo tiempo reveló aspectos secretos de su genio en la novela Rasselas (1759. v.) y en los ensayos aparecidos en The Idler (1758-60). En 1773 llevó a cabo el conocido viaje a Escocia; la relación de J., Journey to the Western Islands of Scotland, fue publicada en 1775. Más tarde apareció la nueva y extensa obra Vidas de los poetas (1779-81, v.). A lo largo de todo este tiempo nuestro autor participó activamente en la vida social; importancia quizá comparable a la de sus textos tuvieron la fundación, en 1764, de su famoso Club y el afortunado encuentro con el excéntrico escocés James Boswell (v.).
El genio de J. floreció asimismo en los círculos de amigos y logró hacer de la conversación un arte. Si bien sus obras serían ya suficientes para llevarle a la celebridad, la imagen que hoy nos forjamos del autor y nuestro juicio sobre sus dotes dependen en gran parte, como hace notar Boswell, de la soltura de su habla. Algunos de sus criterios más agudos brotan precisamente de estas conversaciones de J. Indudablemente, gustó ser el jefe reconocido de un grupo de amigos literatos y la consideración que éstos le dispensaron nació de la cálida generosidad de su naturaleza. Su aspecto no resultaba, en verdad, atrayente: afectado por la escrófula desde la infancia, esta enfermedad le ocasionó la pérdida de un ojo; era de complexión gruesa y maciza y negligente en el vestir, y, además, sufría de un continuo nerviosismo comparable al baile de San Vito; por otra parte, se hallaba sujeto a terribles depresiones psíquicas y a una desoladora melancolía. A pesar de ello, gozó del afecto de los amigos, singularmente por su ánimo y su cálida humanidad. En resumen, pues, y según resulta de la biografía de Boswell, la gran figura literaria de J. aparece casi única, y su fama se halla vinculada tanto a su personalidad como a sus obras.
A. Nicoll