Nació en Saint-Brieuc (Bretaña) el 7 de noviembre de 1838 y murió en París el 19 de agosto de 1889. Era hijo de una familia muy antigua y orgullosa de su nobleza, aun cuando entonces ya decaída. Llegó a la capital a los veinte años, de acuerdo con los suyos, para consumir los últimos recursos familiares en pos de la gloria. En sus primeras poesías se da una mescolanza de Musset y Baudelaire. Pronto, empero, su fe tradicional y el espíritu del primer romanticismo iniciáronle en el simbolismo cristiano y el ocultismo, y le vincularon a la influencia de Poe y del catolicismo diabólico de Barbey d’Aurevilly. La relación y la amistad con Wagner actuaron como fermento.
El carácter fastuoso, arrogante y singular, y la curiosidad de su novela filosófica Isis (reducida al primer tomo) y de los dos dramas simbolistas, por lo demás muy débiles, Elén y Morgane, le valieron, en los círculos literarios de vanguardia anteriores a 1870, una fama a la cual contribuyeron también sus relaciones amorosas (a pesar de sus tendencias a la inversión) con Nina de Callias, la hermosa mundana intelectual. Tras la representación, con escaso éxito, del drama La révolte en 1870, empezó a escribir la otra obra del género titulada Axél (v.), mucho mejor, y de la cual publicaría la primera versión en 1872, manteniéndose cada vez más abiertamente» en la reacción mística, idealista e individualista frente al positivismo entonces triunfante. Después de 1870 cayó en la miseria, y conoció años muy duros, que, sin embargo, no le desalentaron. Las primeras narraciones, Claire Lenoir, L’Intersigne, no obtuvieron éxito alguno; compuso otras, y, finalmente, el volumen de los Cuentos crueles (1883, v.) le alcanzó la fama.
El mismo año había hecho representar, con escasa fortuna, otro drama, Le monde nouveau. Alentado por la colaboración en Le Figaro y la admiración de insignes jóvenes amigos, publicó en pocos años Atribulado Bonhomet (v.), obra que, juntamente con el mencionado texto narrativo, ofrece una cruel sátira del filisteísmo científico en el siniestro personaje del «doctor» — opuesto a la viuda Claire Lenoir, símbolo de la pureza espiritual delicada y mágica—, Nouveaux contes cruels, Historias insólitas (v.), el extraño Akédysséril y el audaz Eva futura (v.), crudo y desconcertante relato del amor de un joven por una mujer mecánica, que adquiere misteriosamente un alma y la pierde a través de un misterio no menor. Tras un ciclo de conferencias en Bélgica, falleció, agotado, en el hospital, amorosamente asistido por J.-K. Huysmans.
El «Théâtre Libre» le había representado el mediocre drama Évasion, impreso luego postumo junto con otras obras del autor. Sólo unas cuantas narraciones, de ambigua y delicada belleza, destacan intensamente sobre el resto de su producción, animada, pero también inficionada por un lirismo ardiente y descompuesto, no carente de matices, y por la excesiva tensión del estilo, fastuoso, musical e interrumpido por mordaces ironías, y a veces con resultados de una desconcertante pureza. Con tantos otros «precursores», Villiers no supo comprender claramente sus propias intenciones; y, así, la incoherencia de su mundo espiritual aparece reflejada en sus obras. Axël, el primer drama realmente simbolista, señala, no obstante, una fecha. «Maestro en idealismo» de Mallarmé, nuestro autor influyó en Huysmans y León Bloy; también Claudel aprendería no poco de su teatro.
M. Bonfantini