Primer historiador nacional búlgaro, de cuya vida se conoce muy poco; desconocido su nombre, como asimismo el lugar exacto de su nacimiento (¿Bansko?), es ignorada la fecha de su muerte. Se sabe sólo que procedía de los alrededores de Samokov, que nació en 1772, que en 1745 era monje en el convento de Hilendar en el monte Athos, y que fue enviado como misionero a un monasterio ortodoxo de Karlovci en el Sirmio, donde quizá tuvo ocasión de consultar aquellas preciosas fuentes de inspiración suya que son la fabulosa Historia del reino de los eslavos, del benedictino Mauro Orbini, y los monumentales Anales eclesiásticos, del cardenal César Baronio.
Su nombre está ligado en la historia de la literatura búlgara a su poco extensa Historia eslavo-búlgara del pueblo, de los reyes y de los santos búlgaros y de todas las empresas y acciones búlgaras (1762, v.), historia breve, llana, árida y tosca, sólo encaminada a levantar moral y políticamente a sus compatriotas búlgaros que, después de cuatro siglos de dura dominación otomana y de atropello eclesiástico griego habían llegado al extremo de perder la conciencia de su propia nacionalidad y de avergonzarse de su propia lengua. Y en su sencillo y tosco lenguaje, obtuvo, con la evocación de un pasado heroico e ilustre, un éxito pleno, y apasionó a generaciones enteras. Su obra fue el texto sagrado de los búlgaros cuando se produjo el despertar nacional.
A. Cronia