Poeta burgués alemán. Nació en Würzburg del Main entre 1220 y 1230 y murió en Basilea en 1287. Variado en la elección de los temáis y en la forma, fue un artista muy apreciado por sus contemporáneos y aun por las generaciones posteriores. Vivió y trabajó en Estrasburgo y Basilea, donde, en el ambiente del patriciado urbano y del alto clero, disfrutaba del apoyo de ricos mecenas que le encargaban obras. Konrad poseía una sólida cultura jurídica y teológica, así como también notables conocimientos heráldicos; esta última cualidad convirtióle en uno de los primeros representantes de la poesía heráldica en los países de lengua alemana (v. El torneo de Nantes). Si bien de origen y costumbres burguesas, gustó cultivar en sus composiciones los temas y géneros caballerescos tradicionales.
Tenía el título académico de «magister» y poseía una extraordinaria erudición en materia de textos latinos; y, en edad ya avanzada, unió a ello el estudio del francés. Los «Meistersinger», quienes se inspiraron en su doctrina, le situaban entre sus doce «antiguos maestros». En los anales de Kolmar de 1287 hallamos escrito en una referencia a Basilea: «Obiit Cuonradus de Wirciburch in theutonico multorum bonorum dictaminum compilator». Una prueba del aprecio de que gozó Konrad es la sepultura que fue dada a sus restos mortales en el noble convento de María Magdalena. Los filólogos han discutido ampliamente sobre la cronología de sus obras. En la actualidad suelen colocarse en los comienzos de su carrera literaria y en el primer desarrollo de éstas sus narraciones en verso de poca extensión La fábula del corazón (v.), El premio del mundo (v.) y Otón el barbudo (v.), y las leyendas Silvestre (v.), San Alejo (v.) y Pantaleón (v.).
A una época ya tardía de la madurez se atribuyen, en cambio, los grandes poemas en verso Engelhard (v.), Partonopier y Meliur (v.), El torneo de Nantes y La guerra de Troya (v. Relatos sobre Troya). Estos dos últimos textos, el segundo de ellos integrado por más de 40.000 versos e incompleto, parecen haber sido las postreras obras del autor. Mencionemos también La fragua de oro (v.) [Die goldene Schmiede], bello himno a la Virgen. Konrad, cuya habilidad logra superar en sus composiciones todas las dificultades de la lengua, la prosodia y la métrica, continuó y elevó a un grado sumo el virtuosismo estilístico inaugurado por Gottfried von Strassburg en el Tristán (v.). En Partonopier y Meliur y en La guerra de Troya elaboró una teoría artística personal; además, en 1277 compuso un pequeño poema alegórico, Lamento del arte [Klage der Kunst]. Frente a la tendencia artesana de los «Meistersinger», para quienes la poesía era un arte fácilmente asequible mediante el estudio, Konrad juzgó premisa indispensable para cualquier creación artística la intuición procedente de la gracia divina, que sólo el «studium» y el «exercitium» pueden favorecer y perfeccionar.
K. Kurt Klein