Julio Camba

Escritor y periodista es­pañol. Nació en Villanueva de Arosa (Pon­tevedra) el 16 de diciembre de 1882 y murió en Madrid el 28 de febrero de 1962.

Cursó los primeros estudios en su villa natal y, a los trece años, embarcó como polizón rumbo a Buenos Aires, donde residió dos años. De regreso a la patria colaboró en el Diario de Pontevedra, reflejando en sus cró­nicas las experiencias adquiridas en tierras argentinas.

Poco después se trasladó a Ma­drid dispuesto a dedicarse al periodismo y aunque sus principios no fueron fáciles, su tenacidad le abrió las puertas del diario El País; sus escritos correctos e intencionados pronto llamaron la atención.

Algo más tarde pasó a la redacción de España Nueva y de aquí a la de El Mundo, ocu­pando ya un lugar destacado en este im­portante y recién creado periódico. Pero como su inquietud y el ansia de novedades le exigían cambiar de sitio, no tardó en marchar a Constantinopla como corres­ponsal de La Correspondencia de España.

Así iniciaba Camba su brillante carrera de periodista viajero y cosmopolita. Tras una larga permanencia en Turquía volvió a Ma­drid, ingresando de nuevo como redactor de El Mundo; pero en el joven periodista se había despertado el afán de viajar y no cejó hasta ser enviado a París como cro­nista. Fue a partir de entonces cuando sus escritos adquirieron el sello definitivo de su personalidad. En las crónicas que escri­bía para El Mundo advertíase ya su estilo característico con el que tanta popularidad había de alcanzar.

De París fue Camba a Londres, donde vivió dos años, trasladán­dose luego a Munich también en calidad de corresponsal. No estuvo mucho tiempo aquí porque el periódico ABC contrató sus servi­cios y hubo de instalarse en Berlín, per­maneciendo hasta el estallido de la primera Guerra Mundial. Obligado a volver a Es­paña, salió inmediatamente para los Estados Unidos, y allí reside hasta que en la pri­mavera de 1917 este país intervino en la contienda.

Llegado a Madrid se dedicó du­rante irnos años a una intensa actividad li­teraria, fruto de la cual fueron algunas de sus mejores obras. De nuevo emprendió viaje a Norteamérica, residiendo en Nueva York hasta 1931; pero la proclamación de la segunda República española lo trajo otra vez a la patria. Durante una de sus muchas salidas al extranjero le sorprendió en Por­tugal el Alzamiento, entrando Camba en la España Nacional y retirándose a vivir a su casa de Villanueva de Arosa.

A partir de estas fechas sus viajes fueron más espa­ciados y cortos, viviendo entre Galicia y Madrid los últimos años de su agitada vida. Su obra, hecha de ingenio y fino humoris­mo, está marcada por un sello muy personal. La sátira, o mejor, la ironía de Camba no es nunca áspera y se complace en acentuar, siempre en tono menor, los aspectos cómi­cos y los divertidos contrastes que descu­bre a su paso, con fina y penetrante mirada de humorista nato.

A través de su inmensa producción literaria se adivina en él a un puro intelectual y a un sutil y elegante crítico. Sin duda, sus dos mejores libros son La rana viajera (1921, v.) y Aventuras de una peseta (1923). Entre sus muchas obras, nacidas de propias experiencias, me­recen citarse: Las alas de Ícaro (1913), Ale­mania (1916), Londres (1916), Playas, ciu­dades y montañas (1917), Un año en el otro mundo (1917), Sobre casi todo y Sobre casi nada (1928).

En otro orden son curiosas La casa de Lúculo o el arte de bien comer (1929), La ciudad automática y Haciendo de República (1945). Escribió otras muchas más, tales como Esto, aquello y todo lo demás, Ni Fú ni Fá, etc. En 1943, la Real Academia Española le concedió el Premio Castillo de Chirel. Por su artículo Las plu­mas de avestruz obtuvo en 1951 el Premio Mariano de Cavia correspondiente a ese año.