Poeta y novelista argentino; nació en Buenos Aires en 1817, de padre argentino y madre uruguaya; murió en 1871. De familia acomodada, cursó estudios de Derecho, pero antes de terminarlos, cuando contaba veintidós años de edad, fue encarcelado por orden de Rosas (1839); y aunque la prisión duró pocos días, al recobrar la libertad, se expatrió y buscó refugio en Montevideo; pasó después a Río de Janeiro y una tempestad le impidió ir a Chile. Vuelto a Montevideo, regresó a su país a la caída de Rosas, fue senador y diputado, partidario de Mitre, y asumió en 1858 la dirección de la Biblioteca Nacional, que desempeñó hasta su muerte. La ceguera entristeció los últimos años de su vida. Mármol es un poeta romántico influido en parte por Byron y Espronceda, pero sobre todo por Zorrilla.
De pobre formación cultural (Groussac lo analiza despiadadamente), es el cantor lírico de la emigración argentina durante la dictadura de Rosas, con gran vigor poético y un intenso sentido emocional de la Naturaleza, aunque descuidado e incorrecto, como él mismo reconoce con ironía al decir que la única regla que poseía es la que arreglaba su vida y sus poemas sin regla alguna. Fue poeta de juventud que no siguió cultivando la poesía después de la emigración; recogió sus versos en un volumen (Armonías, 1851); pero lo más interesante de su producción lírica se encuentra en su poema incompleto titulado Cantos del peregrino (v.). Sus dos dramas románticos en verso, El poeta y El cruzado (1842), el primero, de tema moderno, y. el segundo, de tema medieval, no añaden gran cosa a su gloria literaria.
Tampoco significan gran cosa folletos como El puñal, en el que sienta la doctrina de que el tiranicidio es un deber patriótico, ni monografías como Manuela Rosas. Su popularidad la debe a su novela Amalia .(v.), la primera novela argentina, pese a que su valor literario es inferior al de su poesía. Fundó el periódico La Semana y colaboró en otros muchos. Pese a sus graves defectos, Mármol es un poeta sinceramente apasionado y con un intenso sentido del ritmo, de la patria y de la Naturaleza.
J. Sapiña