Poeta y dramaturgo cubano nació en Matanzas en 1814, murió en 1863. De familia modesta, no pudo cursar estudios superiores, pero aprovechó la competencia de su maestro Francisco Guerra Betancourt para aprender el latín y varios idiomas modernos, lo que le permitió hacer traducciones de Ariosto y Víctor Hugo, entre otros, en verso, y la del cuento Un látigo contra una espada, de Federico Soulié. Trabajó como empleado de comercio en Matanzas y en La Habana, y obtuvo en 1841 el puesto de secretario de la Compañía del Ferrocarril de Matanzas, cargo que tuvo que abandonar en 1843 al sufrir un ataque de enajenación mental, motivado en parte por desengaños amorosos. Repuesto, emprendió con su hermano Federico un viaje por los Estados Unidos y Europa, pero un nuevo ataque sufrido en 1852 le obligó a recluirse en su casa hasta su muerte.
Es un poeta de la época romántica, influido más por Byron que por Espronceda, según afirmación de Juan J. Remos (v. Poesías). Escribió también muchos artículos periodísticos, especialmente de crítica literaria. Pero tiene más volumen su producción dramática, entre la que descuella el drama en verso titulado El conde Alarcos; por lo que él mismo afirma al explicar la génesis de la obra, parece que no conocía la comedia dramática del mismo título de Guillén de Castro, ya que no la cita entre los antecedentes. Otras producciones suyas se titulan: Un poeta en la Corte, A buena hambre no hay pan duro, Por el puente o por el río y Ojo a la finca, de menor interés que la primera. Se le deben también doce cuadros costumbristas dialogados, en octosílabos, reunidos con el título general de El Mirón Cubano.
J. Sapiña