Jorge Carrera Andrade

Poeta ecua­toriano, nació en Quito en 1903. Estudió en la Facultad de Jurisprudencia de Quito, en la de Filosofía y Letras de Barcelona (Es­paña) y en la de Aix (Francia).

Político y diplomático, ha sido secretario general del partido socialista ecuatoriano (1927-1928), secretario del Senado y del Congreso, cón­sul de su país en Paita (Perú), El Havre (Francia), Yokohama (Japón) y San Fran­cisco (EE. UU.); secretario de Embajada en Venezuela, ministro plenipotenciario en Gran Bretaña y delegado en la U.N.E.S.C.O. Figura entre los más selectos de los gran­des poetas hispanoamericanos del actual si­glo.

Hijo del modernismo, su espíritu poé­tico se abre a todas las orientaciones poste­riores, para contagiarse algo de ellas, pero sin incorporarse él a ninguna- El lugar de publicación de sus libros nos dice mucho acerca de la inspiración de su poesía: El estanque inefable (1922) y La guirnalda del silencio (1926), en Quito; Boletines de mar y tierra (1930, con prólogo de Gabriela Mis­tral), Rol de la manzana (1935) y El tiem­po manual (1935), en España; Biografía para uso de los pájaros (1937), en París; Micro- gramas (1940), en Tokio.

Otras obras líricas suyas son La hora de las ventanas ilumi­nadas (1937) y El visitante de niebla (1947). Pero sus antologías Registro del mundo (1940) y Lugar de origen (1944) las publica en Quito. Pocos poetas hispanoamericanos de importancia han alcanzado el eco de C. A. en países de tan distinto idioma; en cambio, en los países de habla española es menos conocido.

La calidad de su prosa po­demos estimarla en Latitudes (1934) y en algunos apuntes sobre la poesía ecuatoriana y sobre las cosas de Estados Unidos, cuya estructura y mecanismo también se refle­jan en poemas como el Canto al puente de Oakland.

J. Sapiña