Seudónimo de Pavol Országh, que nació en Vyshny Kubín el 2 de febrero de 1849, y murió en Dolny Kubín el 8 de noviembre de 1921. Mientras cursaba la segunda enseñanza en Miskolc (Mishkovec) y Kejmarok escribió sus primeras poesías en húngaro, según el espíritu de Petofi y Arany. Más tarde escogió la lengua eslovaca, y ya en 1868 publicaba un repertorio inicial titulado Prímulas poéticas de Jozef Zbransky [Básnické prviesenky Jozef a Zbranského]. En Preshov frecuentó la facultad de Jurisprudencia, y ello le puso en contacto con otros jóvenes literatos que trabajaban en favor de la causa eslovaca; y así, en 1871 redactó, junto con Koloman Banshell, el almanaque Adelante [Napred].
En 1879 abrió un despacho de abogado propio en Námestov; en la serena soledad de esta población de la Orava superior escribió algunas de sus obras más significativas, como el poema La esposa del guardabosque (1886, v.), abundante en descripciones del paisaje eslovaco, el sugestivo idilio Pastos nocturnos [Na obnócke, 1889], la doble crónica Ejo Vlkolinskij (1890) y Gábor Vlkolinsky (1897-99) y otros textos épicos. A fines del siglo retiróse definitivamente a Dolny Kubín, y pasó el resto de su vida en la montañosa Orava. Formado en la tradición evangélica a través del estudio de la Biblia Kralická y de la Cithara Sanctorum de Tranovsky, renovó el filón de la poesía bíblica eslovaca; en este aspecto son obras únicas de la literatura moderna sus poemas Agar (1883), Ráchel (1891), Kain (1892), El sueño de Salomón [Sen Shalamúnov, 1900] y la tragedia Herodes a Herodias (1909).
Delicado traductor de escritores extranjeros (Shakespeare, Goethe, Pushkin, Lermontov, Slowacki, Petofi, Madách y Arany), H. enriqueció la literatura eslovaca con nuevas formas y acentos poéticos, como lo demuestran sus diversas colecciones líricas, desde Ramitos [Letorosty, 1885, 1886-87, 1893-95] y Sonety (1886) hasta Lamentos [Stesky, 1903] y Resonancias [Dozvuky, 1910]. Figuró entre los más activos defensores de la unidad checoslovaca, y en mayo de 1918 participó en Praga en las ruidosas manifestaciones de protesta contra la monarquía austro-húngara.
A. M. Ripellino