Hernando Domínguez Camargo

Sacerdote y poeta colombiano nació en Bogotá y murió en 1656. Sabemos de él que estudió en el Colegio de los Jesuitas, se ordenó de sacerdote y ejerció su ministerio en Tunja, y quizá también en Turneré y en Guatavita.

Pasó algún tiempo en Lima y en Quito, y esto acaso explique su romance al Santo de Chillo y el que se encontraran en Ecua­dor sus manuscritos. Fue muy celebrado por sus coetáneos, aunque no en su patria; su poema a San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús (v.), ha sufrido muy diversos embates de la crítica; sin em­bargo, el propio Menéndez Pelayo, tan duro con este poema, estima como ingenioso ver­sificador a este poeta lírico, lo que también hace José María Rivas Groot.

Es curioso advertir que el exacerbado gongorismo de sus composiciones serias va disminuyendo hasta casi desaparecer, a medida que aumenta la intensidad satírica de sus poe­mas: obsérvese cómo culmina el fenómeno en el soneto A Guatavita.

La mayor parte de sus composiciones líricas se publicaron en el Ramillete de varias flores poéticas, de Jacinto de Evia (1676), entre ellas A la Pa­sión de Cristo y la ya citada, cuyo título completo es: A un salto por donde se des­peña el arroyo de Chillo. Este poeta exacerbadamente culterano es un excelente versi­ficador y sería injusto negarle altura lírica.

J. Sapiña