Poeta y político colombiano nació en Popayán, Cauca, en 1873 y murió en 1943. De acaudalada familia conservadora y de ascendencia española, estudió en el seminario de Popayán y en la Universidad del Cauca (Filosofía y Letras). Se incorporó muy joven a la política (diputado a los 23 años, cuando ya había sido secretario de Hacienda en el Cauca desde dos años antes), desempeñó puestos diplomáticos en Francia, Suiza y Alemania, y misiones diplomáticas en Brasil, Chile y Perú; jefe civil y militar del Cauca (1901), gobernador, y senador de la República desde 1908. Candidato dos veces a la presidencia de la República, fue derrotado en ambas ocasiones. Fue un gran orador, un político discutido y discutible, y un excelente poeta; conservador en política y modernista en poesía, ello entrañaba una contradicción que hoy no se advierte tan bien como entonces.
Carlos García Prada, después de indignarse porque a menudo «se dice que es poeta de un solo libro — Ritos — y artista parnasiano que pertenece a su tiempo y nada más», nos reseña su bibliografía en la siguiente forma: Ritos, poesías, originales y traducciones (1899); prólogo de Baldomero Sanín Cano, Londres, 1914; Discursos (1915); Oraciones panegíricas (1915); Alma Máter (1916); Sus mejores poemas (1919 y 1926); Catay: traducciones de poemas chinos desde el siglo VIII (1929); La balada de la cárcel de Reading, versión del poema de Oscar Wilde (1932); Panegíricos, discursos y artículos (1933); Discursos, con prólogo de Daniel Samper Ortega (1936); Sus mejores versos, con prólogo de Rafael Maya, publicado después de la muerte de Valencia (1944), como sus Obras poéticas completas (1948 y 1949). Y añade García Prada: «Están todavía por recopilar numerosos (sic) artículos y discursos publicados en revistas y periódicos, y algunas poesías; y sin editar, la mayor parte de sus discursos y su correspondencia epistolar».
Como se observará, hay en la producción de V. muchos más discursos que poesías; sin embargo, es en sus poesías donde reside la grandeza del artista colombiano, pese a los reflejos de solemne elocuencia que encontramos a veces en sus versos. De formación parnasiana y recursos simbolistas, Valencia es un modernista esencial, musical y plástico, aunque un tanto frío y muy correcto y elegante: su poesía es esencialmente arquitectónica. Su vigor lírico no tiene siempre el calor íntimo esencial en el poeta de excepción, pero la deficiencia está compensada por la grandiosidad y la belleza de la estructura (v. Poesías de Valencia). Mucho se ha hablado de sus mejores composiciones, desde Anarkos (v.) hasta Cigüeñas blancas; José María Valverde, en su Antología de la poesía española e hispanoamericana, publicada por la Editorial Renacimiento, S. A., de México, selecciona San Antonio y el Centauro; Ugo Gallo alude al «genial soneto La serie sustantiva»; Anderson Imbert cita entre sus mejores poesías Job, San Antonio y el Centauro, Palemón el estilista, Las dos cabezas y Los camellos.
Podría ser de interés señalar en su obra la doble influencia paralela, por una parte, de Leconte de Lisle y D’Annunzio, y por otra, de Rubén Darío y Santos Chocano, sin pretender señalarla demasiado ni hacerla exclusiva. El excelente traductor de Hofmannsthal, de Stefan George, de D’Annunzio, de Verlaine y de Goethe; el autor de Leyendo a Silva y de la Elegía a la muerte de Silva es un gran poeta de indudable valor y sentido universales. Y Baldomero Sanín Cano añade: «No es solamente un poeta. Es escritor de prosa de recursos múltiples, de frase amplia, próvida de sentido profundo, exterior y esotérico».
J. Sapiña