Nació en Brujas el 1.° de mayo de 1830, murió en la misma ciudad el 27 de noviembre de 1899. Hijo de un jardinero, fue admitido en el seminario menor de Roeselare (Roulers), donde, por no poder pagar la pensión completa, tenía que prestar algunos modestos servicios como ayudante de bedel, etc. Ya en aquellos años, sus contactos con estudiantes anglosajones lo orientaron hacia el romanticismo inglés.
Terminados los estudios en el seminario de Brujas, fue ordenado sacerdote en junio de 1854, cuando ya hacía un mes que había sido nombrado profesor de Historia natural, y después de Retórica, en el seminario de Roeselare. En su escuela se formaron algunos de los más conocidos hombres del renacimiento flamenco, como los dos hermanos Verriest, Eugene van Ooye, etc. En 1860 fundó G. el semanario El año 1830, de tendencia antiliberal. Pero en 1872 hubo de abandonar la lucha para retirarse a Kortrijk (Courtrai), donde fue nombrado capellán y se ocupó de estudios lingüísticos, fundando la revista Loquela, de estética y folklore. Regresó a Brujas en 1897 como rector de las Hermanas canónicas inglesas. Sus más bellas poesías (v. Poesías), y ciertamente las menos artificiosas, son quizá las del primer período: Flores de camposanto [Kerkhofblommen, 1858], Pequeñas poesías [Kleengedichtjes, 1860], Poesías, canciones y plegarias [Gedichten, Gezangen en Gebeden, 1862].
El poeta canta a Dios invisible y presente, a la naturaleza y sus criaturas, canta el asombro ante la luz y la belleza de la tierra, las horas que pasan y la muerte. Tras largos años de silencio, volvió en 1877 a la poesía, sirviéndose siempre del dialecto de Flandes occidental, que, enriquecido y plasmado por él, había de convertirse en dúctil instrumento de toda una generación de poetas. Las poesías de este segundo período: Corona del tiempo [Tijdkrans, 1893]; Colección de rimas [Rijmsnoer, 1897] y últimos versos [Laatste Verzen, 1901] son la expresión de un espíritu más maduro, pero no tienen el encanto de las primeras. Dejó, además, notables traducciones de poetas, entre otros de S. Francisco, Jacopone da Todi y S. Alfonso de Ligorio.
A. H. Luijdjens