Nació el 17 de noviembre de 1794 en Clay Hill, cerca de Beckenham (Kent); murió en Londres en 1871. Hijo de un banquero y él mismo interesado en negocios de banca hasta 1842, no frecuentó ninguna universidad una vez terminada la enseñanza secundaria, pero nunca dejó de ocuparse de estudios clásicos e históricos. Como muchos otros representantes del mundo de los negocios y las finanzas de su tiempo, sintióse atraído por el movimiento «filosófico» de Bentham y de James Mili; pero su rica y compleja personalidad le llevó más allá de las limitaciones y la aridez que afectaban en cierta manera aquella escuela.
Junto con John Stuart Mili, G. Warde Norman, G. Cornwall Lewis y Charles Austin, fue uno de los primeros colaboradores de la Westminster Review, de la que entre todos hicieron además de un instrumento de liberalización del proceder intelectual inglés sobre la base del utilitarismo, un órgano de apasionada acción moral y política y a la vez una palestra de discusiones críticas, filológicas e historiográficas. Desde 1822 G. se había entregado especialmente al estudio de la historia de Grecia. Cuando sus amigos radicales decidieron intervenir en la disputa que se iba desarrollando sobre ella (singularmente sobre la decadencia del siglo IV) entre «tories» y «rwhigs», en términos de modernos principios políticos, sintióse lo bastante seguro para publicar en la Westminster Review (1826) cincuenta páginas de crítica a la historia griega de Mitford (con Gilíes, uno de los mejores representantes de la historiografía conservadora, malquisto por Byron y por Macaulay).
Era el primer síntoma evidente de la obra que estaba preparando y que requeriría más de veinte años de trabajo y que en sus comienzos sufrió interrupciones y retrasos debidos a la actividad bancaria y a la política activa que llevó al autor a participar en la lucha contra el proteccionismo agrario, la renovación del gobierno colonial, los primeros planes de instrucción pública, la extensión de las circunscripciones electorales y la votación secreta. Desde 1831 hasta 1841 su entrada en el Parlamento paralizó su trabajo científico. Finalmente, en 1843, una vez hubo abandonado los negocios, pudo G. dedicarse a los dos primeros volúmenes de su Historia de Grecia (v.), que aparecieron en 1846, y la obra quedó terminada, hasta Alejandro Magno (12 vols.), en 1856. Por falta de «testimonios colaterales y de posibilidad de verificación», el historiador separó la Grecia legendaria de la Grecia histórica. En la segunda halló los orígenes de la democracia, de la libertad de pensamiento y de la indagación racional; al mismo tiempo revaloraba Atenas y su «moralidad constitucional», la enseñanza de los sofistas y de Sócrates.
Pareció llevar al terreno histórico el principio del interés del individuo, todavía abstracto en Bentham, en la investigación de las relaciones entre vida política y progreso intelectual en la sociedad griega, de la cual exaltó «el estímulo sin paralelo al desarrollo del talento individual». Acaso más que la vasta información y el discernimiento de los testimonios, fuera la fe en la cultura y el amplio optimismo mostrados por nuestro autor, lo que aseguró a la obra mejor acogida que a otra análoga aparecida casi al mismo tiempo: la de Thiriwall, el teólogo de Cambridge, conservador moderado, compañero de escuela de G. y superior a él en cuanto a estilo. En realidad fue el interés por la filosofía griega lo que diferenció a G. de todos sus temibles competidores. No hay que olvidar que escribió, casi como complemento a su Historia, un Platón y otros compañeros de Sócrates (1865) y un Aristóteles, que quedó por terminar y apareció póstumo en 1872. G. fue vicecanciller de la Universidad de Londres y presidente del University College, y contribuyó a introducir el espíritu de tolerancia y la educación liberal en la moderna universidad inglesa.
E. Lepore