Escritor y político español. Oriundo de las Asturias de Santillana (Treceño?) y de noble familia, la fecha de su nacimiento es incierta (1480?); murió en Mondoñedo en 1545. Niño aún pasó a la Corte, quizás como paje del príncipe Juan, junto con el cual fue educado, y tuvo posiblemente por maestro a Pedro Mártir d’Anghiera. Su juventud fue mundana y más bien desordenada; pero después de la muerte del príncipe (1497) y de la reina Isabel la Católica (1504), ingresó en la Orden franciscana, en la que desempeñó cargos importantes. Pronto alcanzó gran fama como orador sagrado. Consejero del Gran Capitán (1512), su celebridad llevóle, hacia 1521, al cargo de predicador de Carlos I, y más tarde (1527) al de cronista real. Intervino activamente en las guerras de las Comunidades de Castilla al lado del soberano, y juzgó a los comuneros como gentes movidas sólo por el interés personal. Sus servicios al César fueron recompensados además con los cargos de inquisidor de Toledo y de Valencia (1525), obispo de Guadix (1528) y luego de Mondoñedo (1539).
Acompañó al emperador en la desgraciada jomada de Túnez y en sus viajes por Italia, y asistió a la entrevista del emperador con Francisco I (1538). Poco después de 1528, compuso el discurso que pronunció el soberano en Madrid para anunciar a la corte su decisión de marchar a Italia a recibir del Papa la corona imperial y tratar de la convocación del Concilio general. Siendo obispo de Mondoñedo, donde estableció una imprenta, murió en su sede; fue enterrado en un convento de Vallado- lid y su retrato se conserva hoy en el Museo de esta ciudad. La obra más importante y difundida de G. es el Reloj de príncipes (1529, v.), conocida también por Libro áureo del emperador Marco Aurelio. Dio G. esta novela histórica como traducción de un supuesto manuscrito antiguo; el autor nos dice que con esta obra intenta «hacer un Relox de Príncipes por el cual se guiase todo el pueblo cristiano». Según ha demostrado Menéndez Pidal, su doctrina influyó grandemente en la idea imperial de Carlos I, que prevaleció sobre los consejos de su canciller y más tarde cardenal italiano Mercurino Gattinara. G. posee la habilidad de mezclar la historia y la leyenda, los frutos de sus lecturas con las invenciones de su fantasía.
En el Reloj se descubren huellas de los Apotegmas y tratados morales de Plutarco, de Diógenes Laercio, de Valerio Máximo y de la compilación conocida en castellano con el nombre de Crónica de las fazañas de los filósofos. El éxito del Reloj de príncipes puede compararse al del Amadís o La Celestina. Muy pronto se difundió en copias manuscritas y en ediciones fraudulentas, y luego en múltiples reimpresiones, y se tradujo a las principales lenguas europeas. Fue utilizado por Brantóme y por La Fontaine y figuraba en la biblioteca del padre de Montaigne. En Inglaterra ‘inició la influencia española junto con una adaptación fragmentaria de La Celestina. Menosprecio de corte y alabanza de aldea (1539) es un breve tratado de moral mundana, en la que se contraponen las ventajas e inconvenientes de la vida cortesana y la del campo.
Las Epístolas familiares (1539 y 1545), van dirigidas a diversos personajes y tratan de los más variados asuntos: noticias, reglas, curiosidades, historias y leyendas. Otras obras de G. son Década de los Césares {v.), adaptación de Dión Casio, Suetonio y Plutarco; el Aviso de privados y doctrina de cortesanos, obra poco original, notable tan sólo por los frecuentes rasgos satíricos; el Monte Calvario y el Oratorio de religiosos son tratados de piedad. El estilo de G. es ampuloso en los discursos y agudo y picante en las cartas, cuya prosa, algo recargada de retruécanos y reiteraciones, resulta con frecuencia de gusto discutible. *