Político, financiero y escritor catalán. Nació en Verges (Bajo Ampurdán) en 1876, murió en Buenos Aires en 1947. Cursó la carrera de abogado en la Universidad de Barcelona.
Iniciado desde muy joven en la política catalanista, fue secretario y más tarde presidente del «Centre Escolar Catalanista». Redactor de La Veu de Catalunya, publicó en este periódico artículos políticos de un estilo claro y enérgico. Pronto fue elegido concejal del Ayuntamiento de Barcelona, donde intervino activamente bajo la inspiración de Prat de la Riba, su jefe y maestro.
Fue uno de los promotores y organizadores del movimiento de «Solidarität Catalana» surgido en 1906. En la noche del 19 de abril de 1907, cuando se dirigía, en compañía del líder republicano Nicolás Salmerón, a un mitin de propaganda electoral que debía celebrarse en la barriada barcelonesa de Sans, fue víctima de un atentado dirigido contra Salmerón y resultó gravemente herido. Dos días más tarde tenían efecto las elecciones y C. era elegido diputado a Cortes por una aplastante mayoría. En 1917 contribuyó decisivamente a la celebración de la Asamblea de Parlamentarios que significaba una neta oposición al Gobierno de Eduardo Dato, que se negaba a la apertura del Parlamento.
Muerto Prat de la Riba, la política de la «Lliga Regionalista», dirigida por C., se inclinó cada vez más hacia la derecha. En 1918 fue nombrado ministro de Fomento en un Gobierno de concentración presidido por Antonio Maura, y en 1921 ocupó la cartera de Finanzas. A raíz del golpe de estado del general Primo de Rivera (13 de septiembre de 1923), se retiró de la política para dedicarse de lleno a los problemas económicos y a sus negocios particulares.
Caído el dictador, apoyó a los dos últimos gobiernos de la monarquía de Alfonso XIII. Proclamada la República (14 de abril de 1931), C. se opuso a las tendencias izquierdistas de la nueva política y aun al régimen y no cooperó a la consecución ni a la aplicación del estatuto de autonomía cata- tana, antes bien condujo una fuerte campaña de oposición al Gobierno de la Generalidad. De nuevo se consagró a la dirección de grandes empresas financieras y de las instituciones de mecenazgo por él creadas (Fundación Bernat Metge, Fundación Bíblica Catalana, Fundación Rabínica Catalana y otra fundación para la edición del corpus monumental del arte catalán).
A partir de la guerra civil (1936), vivió en el extranjero, principalmente en Buenos Aires, completamente ajeno a la política de su país. En 1941 cedió al Museo del Prado, de Madrid, su notable colección de primitivos italianos; por disposición testamentaria donó a la ciudad de Barcelona otra importante colección de pinturas. Fruto de su paso por el Gobierno son sus libros Ocho meses en el Ministerio de Fomento, Ordenación bancaria y Valorización de la peseta. En catalán escribió Visions d’Orient, Les dictadures y Per la concordia, libro este último en el que expone su programa para resolver sin violencias el problema político de Cataluña.