Félix Varela Morales nació en La Habana el 20 de noviembre de 1787 y murió en San Agustín (Florida) el 18 de febrero de 1853. Sacerdote, ocupó la cátedra de Filosofía del seminario de San Carlos de La Habana; durante mucho tiempo, desempeñando una labor de enseñanza de excepcional trascendencia para el pensamiento cubano. Contra las ya estériles y desgastadas corrientes escolásticas, expone una filosofía de sentido práctico ético y realista aprendido en parte de Locke y Condillac, en que no sería difícil encontrar entronques con el senequismo y criticismo español. En 1812-14 aparecen sus Instituciones philosophiae, tratado de Lógica, Metafísica, ambos en un latín claro y correcto, y Ética, ésta en castellano; en 1814, Resumen de las doctrinas metafísicas morales; en 1817, la Influencia de la ideología en la marcha de la sociedad; en 1818, Apuntes filosóficos para la dirección del espíritu humano (2.a edición, 1820); en 1818, su obra fundamental Lecciones de filosofía (v.), dividida en tres partes, Tratado de la dirección del Entendimiento, Tratado del hombre y Tratado de los cuerpos o Estudio del Universo, y cuya influencia en el pensamiento hispanoamericano en el siglo XIX lo fue sin precedentes.
En conjunto, su doctrina tiene algo de pragmatismo, fundamentando su sistema moral ideológico más que en la acción de la autoridad, que juzga mera exterioridad, en un más íntimo orden y disciplina social, reaccionado por tanto contra las limitaciones del positivismo y dando una base más objetiva al idealismo. El estilo de las Lecciones de filosofía es preciso y claro, desbordado a veces en expresiones animosas y pasionales. A su iniciativa se debe la creación en Cuba de cátedras de Física y Química, siendo el primer cubano que desarrolló todo un curso de Física experimental. Ocupó también la cátedra de Constitución creada en 1820 por la Sociedad Económica en el Seminario. Diputado por La Habana en las Cortes españolas de 1822, a él se debe el primer proyecto de «Autonomía de Ultramar» presentado en ellas. Posteriormente su ideología derivaría hacia la independencia.
Restaurado Femando VII en sus poderes absolutos en 1823, Varela se trasladó a Estados Unidos donde residió hasta su muerte, dedicado especialmente a su misión sacerdotal. Otras obras suyas son Máximas morales y sociales para el uso de los niños (1821), Observaciones sobre la Constitución política de la monarquía española (1821) Miscelánea filosófica, en la que desarrolla las ideas expuestas en las Instituciones y su última obra Cartas a Elpidio, donde el apologista, el moralista, el político aparecen unidos otorgándonos una especie de testamento ideológico. De Varela ha dicho Luz y Caballero refiriéndose a los cubanos, que «fue el primero que nos enseñó a pensar».
En rigor Varela es el primer filósofo de Cuba, inaugurador de una nueva época en la historia de su pensamiento y uno de los más notables hombres de Cuba, representante con Saco y Luz y Caballero de una de sus épocas, a despecho del fanatismo, más conscientes y universales. El siguiente período de la literatura cubana, 1830-68, verdadera edad de oro, había de ser el fruto de esta ilustre generación de pensadores.