Nació en Pemes (diócesis de Carpentras) el 10 de junio de 1632 y murió el 16 de febrero de 1710 en Montpellier. Fue hijo de una familia de artesanos que durante las guerras de religión se arruinó ayudando a la causa católica y luego tuvo que dedicarse al comercio y a la cerería.
Estudiante en Tarascón, a los quince años era ya notable por su facilidad en la versificación latina. En 1648 ingresó en la Congregación de la Doctrina Cristiana y actuó como profesor en diversos colegios, en Tarascón, Draguignan y, finalmente, Narbona, donde en 1658 diose a conocer con la primera de sus famosas Oraciones fúnebres (v.), pronunciada por Claude de Rebé, arzobispo de la ciudad.
Dejó luego el citado instituto religioso y marchó a París, donde enseñó catecismo a los niños de una parroquia; más tarde fue preceptor de varias familias nobles, entre las que figuró la de los Caumartin. Gracias a estos conocimientos estableció relaciones con ilustres personajes, como, por ejemplo, Mme. de Sévigné, y fue admitido en el Hotel de Rambouillet, donde su inteligencia e ingenio alcanzaron notable éxito.
En 1662 describió en versos latinos una carrera (Cursus regius) ofrecida por Luis XIV en honor de Mlle. La Valliére, y el año siguiente logró, como cultivador de la poesía en latín, una pensión de tres mil libras. En 1665 estuvo en Clermonl con el señor de Caumartin y asistió a los «Grands-Jours d’Auvergne», que aquél presidió; en tal ocasión compuso precisamente las Memorias sobre los grandes días de Auvernia (v.).
En 1668, y gracias al duque de Montausier, fue nombrado lector del Delfín. Dedicóse luego a la oratoria sagrada y en 1672 se le encargó la oración fúnebre de Mme. de Montausier. El año siguiente ingresó en la Academia y pronunció el correspondiente discurso junto con Racine, quien logró un éxito notablemente inferior al de Fléchier Tras haberle concedido varios beneficios, el rey nombróle en 1685 obispo de Lavaur, en el Languedoc; dos años después pasó a la diócesis de Nîmes, donde mostró quizás una severidad excesiva, aun cuando sin violencias, respecto a los protestantes, procuró reformar las costumbres y luchó contra el fanatismo religioso.
Durante su episcopado fundó la Academia de Nîmes; dirigió con frecuencia los trabajos de tal entidad y se ocupó en literatura. Entre sus obras aparecidas póstumas cabe citar Panégyriques et autres sermons, Lettres choisies sur divers sujets, Sermons y Oeuvres mêlées. La primera edición de las Obras completas apareció en 1782 en Nîmes, en diez tomos; además existen otras de París (1825-28 y 1856-57).
P. Raimondi