Nació en Nancy el 26 de mayo de 1822, murió en Champrosay el 16 de julio de 1896. Habiendo quedado huérfano de padre, un oficial del ejército napoleónico muerto en 1843, fue educado j Tontamente con su hermano menor Jules (v.) por su madre. Cuando murió ésta también, dejando una pequeña fortuna, E., que durante algún tiempo estuvo empleado en el Ministerio de Hacienda, a cubierto de preocupaciones económicas, pudo dedicarse con su hermano a la pasión de las letras. Coleccionistas por naturaleza, se pusieron a la búsqueda del documento, con el espíritu del positivismo reinante, y lo buscaron en el arte, en la historia, en la vida.
El Diario (v.), al que ha quedado vinculada la fama de los G., y especialmente de E., que lo continuó solo a la muerte de su hermano durante casi un cuarto de siglo, es una vasta recopilación de «petits faits», de chismorrerías, de diálogos captados a lo vivo, una crónica de la vida literaria contemporánea y también de la política (célebres son las páginas sobre la Commune). Partiendo del estudio de la sociedad francesa durante la Revolución y el Directorio, los dos hermanos aplicaron más tarde a la sociedad contemporánea el mismo método anecdótico y documental, atribuyendo al arte toda libertad de expresión, mediante «l’écriture artiste», que tiende sobre todo a dar la impresión, la sensación realizada de la frase por el uso de adjetivos raros, de observaciones minuciosas y penetrantes, vehículo de una sensibilidad inquieta y morbosa. Sus novelas parecen confesiones, en las que utilizan sus carnets de notas tomadas del natural, e incluso fragmentos de su diario.
Resulta de ello una encuesta con propósitos morales y científicos, una exploración escrupulosa en los ambientes artísticos (Charles Demailly, 1860; Manette Salomon, 1867, v.), en la burguesía rica (Renée Mauperin, 1864), o una complacida descripción de caracteres exasperados; una criada histérica y envilecida en Germinia Lacerteux (1865, v.); las deformaciones y la descomposición de la religiosidad femenina en Madame Gervaisais (1869). Un drama suyo, Henriette Maréchal, fracasó clamorosamente en 1865, y otro, La Patrie en danger, no tuvo mejor suerte. Después de la muerte de su hermano, E. continuó escribiendo novelas: La ramera Elisa (1877, v.); Los hermanos Zemganno (1879, v.); La Faustin (1882); Chérie (1884), que trata de definir el propio tema de «realismo elegante» y de diferenciarlo del naturalismo, disgustado también por las teorías y por el éxito de Zola (v.).
Habiendo disminuido el favor de los lectores, volvió a ocuparse del siglo XVIII (La Guinard, 1893), escribió monografías sobre el arte japonés (Utamaro, 1891, v.; Hokusai, 1896) y continuó el Journal iniciado en 1851. Desde el 1.° de febrero de 1885, reunía todos los domingos a los novelistas amigos de la nueva generación en el segundo piso de su casa de Auteil, en el «granero» como gustaba de decir: fue el esbozo de la Académie Goncourt que instituyó en su testamento. De una sensibilidad delicada y recelosa, bueno, pero sin fuerte fibra moral y artística, su carácter, muy parecido al de su hermano J., emerge del Journal y explica los defectos de la obra.
S. Morando