Dimitrie Cantemir

Nació en Moldavia el 26 de octubre de 1673 y murió en Rusia el 21 de agosto de 1723. Fue uno de los hombres más doctos de su época, hasta el punto de que Voltaire juzgóle más bien descendiente de la raza de Pericles que de la de Tamerlán.

Su padre, Constantino, señor de Molda­via, quiso que se le dieran lecciones de Filo­sofía y Literatura, y que el griego y el latín fueran para él lenguas familiares; y así, lo confió a los cuidados del sabio religioso Je­remías Cacavela. En 1688 estuvo como rehén en Constantinopla, donde estableció contacto con el mundo, lleno de fermentos, de la cul­tura bizantina.

Elegido voivoda a la muer­te de su padre (1693), las intrigas del prín­cipe Constantino Bráncoveanu le enajena­ron el favor de la Sublime Puerta. Durante diez años, C. permaneció al margen de la política, mientras por el trono de Moldavia pasaban Antioh Cantemir (1696-1700), Constantin Duca (1700-03), Mihai Racoviţa (1703- 05) y, nuevamente, Antioh (1705-07).

En 1710, el hombre que en Constantinopla ha­bía establecido las relaciones más vivas y fervientes con astrólogos, músicos, filósofos y matemáticos recobró por algún tiempo la soberanía (1710-11); pero, como se hubiese inclinado en favor de Rusia en el conflic­to ruso-turco, se vio forzado a refugiarse en aquel país, donde el zar nombróle con­sejero íntimo de su corte y le otorgó los honores más elevados. Poliglota, conocedor del latín, el griego antiguo y moderno, el ruso, el árabe, el persa, el francés y el ita­liano, este orientalista rumano, el primero que tuvo el honor de ser admitido en una Academia extranjera, la de Berlín, dejó obras insignes y variadas en cuanto al mé­rito y a la inspiración. Entre las principales figuran El diván [Van Helmont Divanul, 1698], Historia jeroglífica [Istoria jeroglifi­ca, 1705], Tratado de música [Tratat de mucica], Historia del Imperio Otomano [Istoria Imperiului Otoman, 1715-16], Crónica antigua de los rumano-moldovalacos (v.), Principios teológico-físicos [Principii teologico-fizice], Collectanea orientalia, y una traducción, parte en latín y el resto en ruso, del Corán. Cabe recordar además que a C. se deben las primeras transcripciones mu­sicales de cantos populares de Rusia.

R. Del Conté