Escritor y geógrafo bizantino de la época de Justiniano (527- 565) y natural de Alejandría. Mercader audaz y aventurero, emprendió largos y arriesgados viajes en tomo a Arabia y a lo largo de la costa oriental africana, llegando hasta la India, de donde su apelativo Indicopleuste.
Luego, y ya por el cumplimiento de algún voto o acaso cansado de la vida de aventuras, sometióse a la regla monástica en el cenobio de Santa Catalina, en el monte Sinaí. En la soledad del claustro revivió sus experiencias de navegante y explorador, y quiso establecer la concordancia entre la geografía real de sus viajes y la de la Biblia; para ello compuso, en torno al 547, su Topografía cristiana (v.), en doce libros.
En este intento de fundar un sistema geográfico y cosmográfico según la interpretación de la Sagrada Escritura, puede vislumbrarse un anticipo de la próxima Edad Media. C. se opone a la concepción geocéntrica de Tolomeo y considera la Tierra no como una esfera, sino como una llanura alargada, cubierta por el firmamento y circundada por el océano; más allá de éste se encuentra el paraíso de Adán.
El Sol y la Luna se mueven bajo la bóveda celeste y, junto con los planetas, giran en torno a un monte cónico situado en el extremo norte; durante el verano, el astro rey da vueltas alrededor de la cúspide del cono, y por ello permanece invisible sólo algunas horas de la noche, mientras que en invierno pasa tras la base del monte, debido a lo cual las noches resultan entonces más largas que los días.
La ingenuidad de esta cosmografía fantástica se halla compensada por la exactitud y la escrupulosidad de la información concreta acerca de lo observado u oído por el autor en el curso de sus viajes. Otras obras suyas, una cosmografía, tablas astronómicas y una interpretación de los Salmos y del Cantar de los Cantares, no han llegado hasta nosotros.
B. Lavagnini