Inciertos son los años del nacimiento (principios del siglo II) y de la muerte de este célebre matemático, astrónomo y geógrafo. Muy pocas noticias de su vida han llegado hasta nosotros; sabemos únicamente que era egipcio, posiblemente de Ptolemais Hermii, ciudad griega de la Tebaida. Según la tradición, llevó a cabo numerosas observaciones astronómicas durante largos años; la primera conocida es la de 127, y la última corresponde a 151 (reinados de Adriano y Antonino Pío). Se cree que, dedicado a la Astronomía, vivió durante cuarenta años en las terrazas del templo de Serapis, cerca de Alejandría; aquí fueron levantadas algunas pilastras en las cuales se grabaron los resultados de sus observaciones, como, por ejemplo, el catálogo de estrellas.
Tolomeo parece haber alcanzado los setenta y ocho años. Reunió todos los conocimientos astronómicos más seguros pertenecientes a épocas anteriores a la suya, y procedentes, en particular, de la gran obra de Hiparco, que coordinó y enriqueció con la propia experiencia y expuso ordenada y claramente en su famoso libro Alma- gesto (v.), en el que enuncia el sistema denominado luego «tolemaico», en realidad creación no enteramente suya, pero sí muy mejorada en cuanto a la descripción de los movimientos del Sol y de los planetas respecto de la Tierra, considerada centro del Universo.
En el ámbito de las Matemáticas fundó la geometría plana y esférica e ideó las tablas de las cuerdas, utilizadas como las nuestras de los senos; cabe advertir que, así como el sistema astronómico tolemaico se vio superado por el de Copérnico, los teoremas de Hiparco y Tolomeo, en cambio, siguen constituyendo todavía hoy la base de la Trigonometría. Considerable es también la fama de Tolomeo en el campo de la Geografía, materia que procuró basar, por primera vez en la historia, en conceptos científicos y no empíricos. En su Tratado de geografía (v.) cabe distinguir dos partes principales: la matemática, que es su sistema geográfico propiamente dicho, y la que contribuye al progreso de la ciencia en el conocimiento del mundo habitado.
Tres siglos antes, Hi- parco había anunciado la absoluta necesidad del conocimiento de las latitudes y longitudes de los principales puntos de la superficie terrestre para el trazado de un mapa del globo terráqueo; como sabemos, ello no resultaba posible en su época, por cuanto la Tierra estaba muy poco explorada, y faltaban los medios para determinar con suficiente exactitud las longitudes. Marino de Tiro, quien vivió poco antes que Tolomeo, empezó a reunir los escasos datos entonces conocidos, bastante erróneos en general, sobre todo en cuanto a las longitudes. El autor que nos ocupa utilizó la obra de Marino, que perfeccionó sobre todo en lo que se refería a las localidades de la cuenca mediterránea.
Ello fue uno de los grandes méritos de Tolomeo, que se anticipó a todos los tratados de geografía y presentó por vez primera, tras la época de Estrabón y Plinio, incluso los datos de las regiones más remotas de Asia y África. Su tratado fue la fuente principal de los conocimientos geográficos contemporáneos, y ello aun cuando resultara más bien obra propia de un astrónomo que de un geógrafo. Se deben asimismo a Tolomeo un texto de óptica y el Planisferio (v.), anterior al Almagesto.
G. Abetti