Nació en Venecia probablemente en 1675 y murió el 26 ó 27 de julio de 1741 en Viena. Recibió la primera formación musical de su propio padre; desconocemos los nombres de los maestros sucesivos. En 1703 recibió el orden sacerdotal; en septiembre de este mismo año figuraba ya como «maestro de violín» en los documentos del Seminario Musical del Hospital de la Piedad. Pronto viose imposibilitado para la celebración de la santa misa por una enfermedad pectoral, que, prácticamente, impidióle andar a pie durante el resto de su vida. Ello determinó su completa dedicación a la música, campo en el cual no tardó en llegar a director de conjunto. Hasta 1709. empero, no se encuentran noticias de obras suyas publicadas; sin embargo, esto no puede aplicarse con certeza a la composición, por cuanto en aquel tiempo solíanse reunir para su publicación textos escritos en épocas diversas. Hacia 1713 parece haber estado en Padua; éste sería el primer viaje de una larga serie que habría de realizar Vivaldi por Italia y Europa.
A 1712 corresponde, según se cree, la edición de la primera gran obra del compositor, L’estro armonico, op. 3, integrada por doce conciertos distribuidos en dos libros; aun cuando en tales composiciones se dan todavía las formas del «.concerto grosso», la vivacidad y la fantasía de la invención superan ya cualquier esquema y atestiguan una tendencia resuelta hacia la concepción individualista y, por ende, solista del concierto, que se halla mejor definida en los doce conciertos de La stravaganza, op. 4: estructura en tres movimientos, composición más ligera y rápida, casi exclusivamente homofónica, y modulación dinámica y expresiva, inclinada al desarrollo del proceso creador y fuente de nuevas emociones e invenciones. En 1713 inicióse también la actividad teatral de Vivaldi. Entre las obras de estos años y los sucesivos cabe mencionar el oratorio Juditha triumphans (v. Judit) y las Sonatas y los Conciertos de las op. 5, 6 y 7. Entre 1718 y 1724 debió de viajar por Italia, según lo manifiestan las fechas y los lugares de sus primeras representaciones escénicas.
El mismo pontífice Inocencio XIII llenóle de elogios. En 1725 apareció Il Cimento del’larmonia e del´linvenzione, op. 8, conjunto integrado por doce conciertos y en el cual figura la serie de Las cuatro estaciones (v.), que obtuvo un gran éxito. En 1725-1727 presentó diversas óperas, entre ellas Iperrnnestra, Siroe re di Persia y La Senna festeggiante; esta última ha hecho pensar a los críticos en una posible permanencia de Vivaldi en París. En 1728 el compositor debió de dirigirse a Viena, para ofrecer al emperador, a quien la obra estaba dedicada, La cetra, op. 9, otro grupo de doce conciertos donde manifiesta una abundante capacidad de invención. A fines de 1729 y principios de 1730 fueron publicados tres repertorios más de composiciones instrumentales, las op. 10, 11 y 12, en cuyos Conciertos la afirmación del criterio solista resulta bien definida, y el arte de Vivaldi manifiesta una elevada madurez expresiva. Posteriormente hizo representar, entre otras obras, La fida ninfa (1732), L’Olimpiade (1734), considerada la mejor ópera del autor, y Catone in Utica (1737). El mes de enero de 1738 se hallaba en Amsterdam, ciudad en la cual dirigió un Concerto grosso suyo para diez instrumentos.
A 1739 corresponde Feraspe, la última composición teatral del músico. Extendida mientras tanto por Europa la fama de Vivaldi, diversos editores se habían interesado por la impresión de obras del compositor; así, apareció en París II pastor fido, op. 13, conjunto integrado por seis Sonatas «pour la musette, vièle, flûte, hautbois, violon, avec la basse continue». Posterior es la edición de las seis Sonatas «a violoncello solo col basso continuo» que figuran en la op. 15; en general, este género se mantiene, en Vivaldi, estrechamente vinculado al ámbito de Corelli, y no presenta la misma originalidad de los Conciertos (v.). Entre la producción sacra del autor se hallan un Kyrie, tres Gloria, un Credo, dos Salve Regina, un Stabat Mater, un Beatus Vir, un Lauda Jerusalem y un Laúdate pueri. El nombre del músico empero, queda indisolublemente unido a su abundante obra instrumental y sinfónica, de importancia definitiva en la evolución histórica que llevó al afianzamiento de la sinfonía.
C. Marinelli