Alphonse Daudet

Nació en Nimes el 13 de mayo de 1840 y murió en París el 16 de diciem­bre de 1897. Mientras cursaba en Lyon los estudios secundarios, hubo de dar lecciones particulares en su mismo colegio apenas cumplidos los dieciséis años, debido a la precaria situación de su familia.

En 1857 unióse en la capital de Francia a su hermano mayor Ernesto, cuyas penalidades compar­tió. Sin embargo, alcanza la notoriedad con bastante rapidez mediante la publicación en revistas y diarios de fáciles y animadas com­posiciones líricas y pintorescas narraciones, reunidas respectivamente en Las amorosas (v.) y Le chaperon rouge.

En 1860 es secre­tario del duque de Momy, de lo cual se valió para introducirse en el mundo de la alta sociedad más o menos aventurera, que des­cribió luego en la novela El nabab (1877, v.). Adquiere fama y fortuna inesperadas con la publicación de las célebres Cartas desde mi molino (1866, v.), de suerte que, muerto el duque de Momy, pudo entregarse exclusi­vamente a la actividad literaria.

La vida, los ambientes y la mentalidad peculiar del sur de Francia, tratados con una íntima nostal­gia que presenta matices sentimentales o bien se oculta tras1 una sátira ingenua pero llena de tonos violentos, inspiraron una serie de obras por las cuales Daudet merece un lugar aparte en el grupo de los narradores más notables de la época; muestra de ello son la trilogía de Tartarín (v.), los Cuentos del lu­nes (v.) y Numa Rumestan (v.). En cambio, el mundo de la capital y los recuerdos de su penosa adolescencia dictáronle textos na­rrativos inspirados en un vago sentimen­talismo social que permite compararle a Dickens: El Poquita Cosa (v.), Jack (v.) y Fromont y Risler (v.).

El naturalismo de Zola, que influyó en él, aunque no le indujo a considerarse miembro de esta nueva es­cuela, le sugiere los intentos analíticos más vigorosos de la vida parisiense, entre ellos Safo (v.), considerada su obra maestra en este aspecto. Daudet conoció también un gran éxito teatral con el drama rural de intensos matices La arlesiana (v.), procedente de una de sus más bellas narraciones.

Casado en 1867, vivió una existencia familiar feliz, opulenta y no libre de algunos esnobismos que suelen acompañar al triunfo; en el último período de su vida, en efecto, empezó a frecuentar ciertos círculos aristocráticos y a manifestar sentimientos monárquicos, tema de su novela Los reyes en el destierro (v.). Infatigablemente activo hasta sus pos­treros años (afligidos por una larga y dolo­rosa enfermedad), fue acusado de utilizar la labor de «nègres», entre ellos el coterráneo Paul Arène, fino escritor que, indudable­mente, actuó como colaborador suyo y no siempre confesado.

M. Bonfantini