Nació el 9 de julio de 1689 en Dijon y murió en París el 21 de enero de 1773. Su padre, Aimé, farmacéutico y poeta dialectal, quiso que fuera abogado, pero no logró impedir que se diera a conocer por sus poesías licenciosas y por su espíritu cáustico. Sus conciudadanos le crearon algunas dificultades, por lo que se trasladó en 1719 a París, donde se conformó a ejercer de copista para hacer frente, de momento, a las necesidades inmediatas. Salió de apuros en 1722, dedicándose a escribir, solo o con Lesage (v.), ingeniosas bufonadas (Arlequin-Deucalion, 1722) para el Téâtre de la Foire, al que procuraba textos y escenas más o menos improvisadas. En 1728 pasó al Téâtre Français con Le fils ingrat, posteriormente titulado L’école des pères (v. Los hijos ingratos). También cayó en la moda de la imitación raciniana, pero sus mediocres tragedias (Callisthène, 1730; Gustave Wasa, 1733; Femand Cortez, 1744) o fracasaban o duraban poco en cartel. Un solo gran éxito tuvo en el teatro con La metro- manía (1738, v.).
Una obra pastoril (Les cours de Tempé), representada junto con una comedia en verso (L’amant mystérieux, 1734), epístolas, odas y baladas no le dieron tanta fama como la mordacidad de sus epigramas, agudos e hirientes, que lo hicieron temible incluso para Voltaire y le crearon furiosos enemigos. El éxito no lo enriqueció. Fue elegido para la Academia por unanimidad en 1753, pero habiendo exhumado sus adversarios una antigua Ode à Priape, cuya atribución rechazó en vano, Luis XV se negó a ratificar el nombramiento. Volvió a vivir modestamente durante otros veinte años, ayudado por amigos y protectores. Su miopía congénita se iba agravando. En la vejez se quedó completamente ciego y se volvió devoto.
S. Morando