Nació el 24 de julio de 1803 en Villers-Cotterets y murió el 5 de diciembre de 1870 en Puys, cerca de Bieppe. Huérfano de padre a los dieciocho años, se colocó de ayudante de notario en Villers.
Tras establecerse en la capital de Francia, su buena caligrafía le valió ingresar como copista en la cancillería del duque de Orléans. Durante las noches se entregaba al estudio para completar su instrucción o bien se iniciaba en el «vaudeville» en colaboración (La chasse et l’amour, 1825; La noce et l’enterrement, 1826).
El éxito logrado le induce a intentar un drama, Christine de Fontainebleau, y a inspirarse en la historia francesa, impulsado también por los progresos del romanticismo, creando Enrique III y su corte (v.), que recibe una excepcional acogida (1829). La celebridad alentó su temperamento apasionado, instintivamente astuto y audaz por vanidad.
Vestía entonces deslumbrantes chalecos, se había procurado amistades femeninas y caballos, y hacía representar Christine en el Odéon. Entusiasmóse con la insurrección de 1830 y fue a la Vendée para organizar allí la Guardia Nacional; sin embargo, Luis Felipe no alentó su entusiasmo por la carrera política.
Se consoló de ello con Napoléon Bonaparte (1831) y aquel mismo año con el éxito de Antony (v.). Luego siguió creando dramas (La torre de Nesle, 1832, v.; Angele, 1833; Don Juan de Manara, 1836 [v. Don Juan]; Kean, 1836. v.; Mlle. de Belle-Isle, 1839), comedias (Les demoiselles de Saint-Cyr, 1843), novelas (Les crines célebres, 1839; Los tres mosqueteros, 1844, v.; El conde de Montecristo. 1844-45, v.; El vizconde de Bragelonne, 1845. v.; La reina Margot, 1845, v.; Le chevalier de Maison Rouge, 1846; Veinte años después, 1847, v.) e impresiones de viaje.
Plagió cuanto le plugo y contó con numerosos colaboradores: H. Augier, G. de Nerval, A. Maquet, E. Souvestre, O. Feuillet, P. Meurice y el italiano Fiorentino. Ganaba grandes sumas y dilapidaba a manos llenas; ni la persecución de los alguaciles consiguió atenuar sus ambiciones, e incluso intrigaría para obtener el puesto de Casimir Delavigne en la Academia. La protección dispensada por el duque de Montpensier le permite llegar a director del Théâtre Historique. Tras la revolución de 1848 funda un par de periódicos (La Liberté y Le Mois); luego marcha a Bélgica para evitarse engorros financieros, y a la vuelta crea en 1854 otro diario, Le Mousquetaire, titulado a partir de 1857 Le Monte-Cristo.
Mientras tanto, seguían apareciendo novelas, tomos de recuerdos y memorias, dramas y comedias. Amigo de Garibaldi, permaneció en Nápoles entre 1860 y 1864 e imaginó de buena fe haber contribuido a la empresa de los Mil. Consolaron sus últimos años su hija, Mme. Petel, y su hijo, que además cuidó de sus necesidades materiales. Novelas como Los tres mosqueteros y El conde de Montecristo, por ejemplo, figuran entre las más leídas y reimpresas de todos los tiempos.
S. Morando