[Giambi ed Epodi], Bajo este título Giosue Carducci (1835-1907) recogió en un volumen completo de sus poesías las compuestas en gran parte entre 1867 y 1872. Habían sido publicadas en el volumen de las Poesías, de 1871, que comprendía, además de las Juvenilia (v.) y los Levia Gravia (v.), una tercera sección, los Decennalia; fueron reeditadas en un volumen aparte en 1882 en Bolonia, precedidas por un prefacio incluido luego en las Confesiones y batallas (v.); y por fin ordenadas de nuevo en el volumen completo de las poesías, con la adición de alguna pieza posterior a 1872: la «Consagración de Enrique V» [«Sagra di Enrico V»] (1874), el «Canto del amor» [«Canto dell’Amore»] (1877), y «A propósito del proceso Fadda» [«A proposito del processo Fadda»! (1879).
Los «criminales yambos», «cosa del procurador del rey» como los definió «un moderado letradísimo en academicismo y en leopardología», representan en la historia de la poesía carducciana la fase de batalla que se inicia con «Después de Aspromonte» [«Dopo Aspromonte»! y con el himno «A Satanás» [«A Satana»] (1863); amasijo de nubarrones tempestuosos y hendidos por relámpagos, que se deshacen al influjo de los hermosos rayos de sol del «Canto del Amor» [«Canto dell’Amore»], intuición jubilosa de lo eterno pánico, recuperación de un sentimiento cordial de la vida y de los hombres después de dos lustros de candente tensión idealista y pasional. La explosión del himno «A Satanás» repercutió rompiéndose en una multitud de ecos, dentro de las superestructuras ideológicas de la pasión política y patriótica, y el poeta artesano machacó el hierro candente de su- desilusión sobre el yunque de su indignación. El episodio de Aspromonte había herido de muerte la vaga idealidad monárquica del Carducci de los Juvenilia: la pasión patriótica heredada de los poetas del «Risorgimento» cristaliza en fe política, ennobleciéndose en los términos de la ideología democrático-libertaria, y el poeta se convierte en rugiente Tirteo de la intolerancia del partido de acción frente a la cuestión romana.
En los Yambos, Carducci quiso ser el hombre en el cual la vieja edad amonesta a la nueva, el evocador de un pasado reciente y heroico en un período de incertidumbre política y de reajuste económico y burgués; y aquí hay que buscar, además de la manifestación psicológicamente más resentida y plutarquiana de la personalidad de Carducci, la importancia de los Yambos: en el haber mantenido en alto durante una generación que parecía olvidar, la pasión y los ideales del «Risorgimento». En la poesía de los Yambos, manifestación de una personalidad aún en plena efervescencia, se divisa nítido el mundo de las pasiones políticas italianas de aquel período, reflejadas e invertidas en una visión heroica de la historia y en una concepción activista de la política. Pero es un mundo extremadamente complejo en el cual se tropieza con la influencia de modelos y autores dispares: el clasicismo catilinario y tiranicida, la interpretación idealista de la Reforma deducida de la palingenesia racionalista y democrática del 89; la metafísica laica y jacobina de la Razón en contraposición a los negros mitos de la opresión religiosa y cesárea (Quinet, Michelet, Proudhon, etc.); la idealización heroica de la plebe revolucionaria («En el vigésimo aniversario del 8 de agosto de 1848»); la retórica antioligárquica y antipatricia («Consulta heráldica» [«Consulta araldica»]; el jacobinismo anticlerical y el iluminismo masónico; la celebración apasionada, la invectiva irónica, la sátira.
Si por sus yambos más afilados y violentos Carducci recuerda a Barbier y a Hugo, la influencia de Heine es, por otra parte, visible en las poesías satíricas de tono y técnica más suelta y ligera, sin dejar de ser menos incisivos, corno «A un heiniano de Italia», «A propósito del proceso Fadda» y el sabroso «Canto a la Italia que va al Capitolio» [«Canto dell’Italia che va in Campidoglio»]. Los Yambos y Épodos señalan un viraje de decisiva importancia en la historia de la poesía carducciana: el humanismo poético de los Juvenilia, sumergido en una experiencia de poesía tan intensamente pasional, y reaccionando con la influencia de los poetas modernos, se libra de toda escoria académica adquiriendo la ductilidad plástica y la concisión que desde entonces son la sustancia viva y moderna del lenguaje poético del Carducci de las Rimas Nuevas (v.) y de las Odas bárbaras (v.). (Premio Nobel 1906.)
D. Mattalía
Nuestro último gran poeta. (B. Croce)