Las quince escenas fundamentales de esta balada, típicamente romántica por la violencia de sus contrastes y la amargura de su ironía, fueron escogidas por Alban Berg (1885-1935) y reagrupadas en tres actos de cinco escenas cada uno, para una ópera titulada Wozzeck. Compuesta entre 1914 y 1920, fue estrenada después, con gran éxito siempre, en los principales teatros de Europa y América. La primera ejecución en Italia, en el Teatro Real de la ópera de Roma, tuvo lugar en 1942, dirigida por Tullio Serafin.
El Wozzeck, como se muestra por medio de la música de Alban Berg, quien da valor a algunos elementos de la obra y prescinde de otros, se basa .en una concepción tétricamente pesimista. El mal en todos sus aspectos predomina sobre todo lo bueno y bello con una fatalidad estricta e inexorable. En esta obra el autor pone la música por encima de todos los demás elementos: los diversos momentos del drama son vistos en su síntesis, y emergen transfigurados por la música, que domina soberana. Esta tendencia a sentir el drama en «trozos», se relaciona en su espíritu con el melodrama de los siglos XVIII y XIX, constituido por la sucesión de aquellas formas musicales cerradas: arias, cavatinas, dúos, concertantes, coros y así sucesivamente; con la diferencia de que las formas en él están ennoblecidas por la música sinfónica. He aquí cómo está constituido formalmente el Wozzeck.
Acto I: «Cinco piezas características»:
1.a escena, «Suite»; 2.a escena, «Rapsodia»; 3.a escena, «Marcha Militar» y «Canción de cuna»; 4.a escena, «Pasacalle»; 5.a escena, «Andante afectuoso casi Rondó».
Acto II: «Sinfonía en cinco tiempos»:
1.a escena, «Allegro»; 2.a escena, «Fantasía y fuga»; 3.a escena, «Largo»; 4.a escena, «Scherzo»; 5.a escena, «Rondó marcial».
Acto III: «Seis invenciones».
Esta construcción de la ópera no es una ocurrencia gratuita, sino que se origina en el carácter y el espíritu del argumento y legitima una especie de doble corriente expresiva que se puede percibir en esta obra. Cada una de las escenas en su conjunto tiene una unidad que permite tomarla independientemente del mismo desarrollo de la acción, que avanza, por decirlo así, en un plano subordinado. Musicalmente se expresa así esta jerarquía que existe entre los hombres y la oleada que corre por encima de ellos y los impulsa y determina en sus actos. El «Pasacalle», según el cual se desarrolla la cuarta escena del primer acto, cierra este momento del drama en la férrea unidad procedente del tema; y al mismo tiempo lo descompone en una multiplicidad de partes representadas por sus veintiuna variaciones.
El tema fundamental de esta escena es la ciega, obtusa obstinación del doctor que considera a Wozzeck como si fuese una cosa cualquiera, un animal con el que se pueden hacerse experimentos. Este es el tono del «Pasacalle», el cual no desmaya ni cuando brota el lamento de la confusa, incierta, pero profunda humanidad de Wozzeck (desde la 5.a a la 12.a variaciones inclusive). La tendencia a dar la música en formas cerradas tiene otro origen, más allá de la estricta necesidad del drama: la exigencia de organizar la materia sonora, de proporcionarle un sistema de fuerzas que tiendan a un centro, que la mantengan unida. Alban Berg, discípulo de Arnold Schónberg, ha creado con esta ópera el ejemplo más conmovedor, el caso hasta ahora más ilustre — y ciertamente destinado a ponerse junto a las obras maestras del teatro musical de todos los tiempos — que ha salido de la escuela atonal vienes-a, rivalizando incluso con el mismo Arnold Schonberg. El Wozzeck se halla en el centro de la actividad artística de Alban Berg, reúne todas- sus cualidades, y es su trabajo más representativo. Con esta obra, el antiguo y siempre vivo problema de la ópera es planteado y resuelto por un músico verdaderamente genial y dotado de una vida interior humanísima.
A. Mantelli