[Richard Wagner in Bayreuth]. Opúsculo de Friedrich Nietzsche (1844-1900), publicado en 1876, cuando estaban en plena ebullición los preparativos para la realización del sueño de Wagner: el teatro de Bayreuth. Es la cuarta de las Consideraciones intempestivas (v.), y sirvió no poco a la propaganda wagneriana.
El pensamiento y el temperamento nietzscheanos convergen en la concepción y en el culto del genio, como un héroe solitario que desafía los sufrimientos, los peligros, las mezquindades, para afirmar la divina y fatal misión que le ha sido confiada; este mito heroico que fermentaba en él y que constituía su credo romántico creyó hallarlo perfectamente encarnado en Wagner. El mito de Wagner es narrado en esta obra como lucha entre el impulso titánico de una fuerza primordial e irracional y la claridad de una razón ética, fiel, en su disciplina, a la creación de aquel impulso; de manera que Wagner es interpretado con aquel mismo dualismo que se mostraba entre espíritu dionisíaco y apolíneo en el Nacimiento de la tragedia (v.).Se ofrece una visión mesiánica de la revolución wagneriana, como resurrección, esperada desde hacía siglos, de la luminosa pureza del arte y de la cultura griegos. Bayreuth es la nueva Grecia, y Wagner, el precursor de una humanidad futura; Sigfrido (v.), Wotan y Tristán asumen, como Prometeo (v.) y Edipo (v.), grandes acontecimientos de la humanidad en su camino secular, y expresan el sentido de la vida intensa como lucha entre el bien y el mal, lucha en que se reconoce la actitud ética del propio Wagner.
Pero en el acuerdo entre el ideal nietzscheano y el wagneriano, el filósofo acaba por perder el contacto directo con la realidad artística y moral de su amigo. Se ha observado que este escrito, a pesar de ser tan cálido y apasionado, tiene algo de conmemorativo; hay en él un tono de último homenaje a un gran amor que está desapareciendo y que acabará por conducir a Nietzsche a huir de Bayreuth y a la ruptura con Wagner. Esta crisis, más que el hecho de haber descubierto un Wagner distinto de su ideal, es debida al complejo de maduración y definición en la conciencia de Nietzsche de aquel mismo ideal; como resultado de ello consigue una valoración más clara, más sólida, más personal. En el Caso Wagner (v.), en Nietzsche contra Wagner (v.), de 1888, y aquí y allá en el curso de otras obras, serán denunciadas las falsificaciones morbosas, sensuales y místicas del arte de Bayreuth, y Nietzsche señalará, contra el Romanticismo en general y el wagnerismo en particular (que iba cediendo desde el libre e intrépido heroísmo de Sigfrido a las piadosas penitencias de Parsifal), un ideal de belleza clásica que brota de la purificación de las pasiones, en una disciplina ética de la cual no veía ya señales en el hombre ni en la obra tan ardientemente amados en su juventud.
G. Graziosi