[Lebe!]. Este poema, publicado en 1893, representa un ensayo del escritor alemán Ferdinand Avenarius (1856-1923), para crear un nuevo género de arte, la «gran forma lírica». Un joven médico pierde de súbito a su novia en el momento en que está a punto de crearse un hogar.
Al principio no se hace cargo del verdadero significado de esta desgracia, pero a medida que se va dando cuenta reconoce también, cada vez con mayor claridad, que las raíces de su vida estaban plantadas en la mujer desaparecida. Solo, sin sostén, casi llega a la locura y al suicidio. Pero, a punto de tomar la resolución extrema, salva, con un gesto de autómata, la vida a un niño que se está ahogando; el destino le coloca en medio del dolor de otras criaturas, obligándole a reflexionar. Lentamente comienza a interesarse por nuevos problemas de orden social, pasando, por grados, de la repugnancia al estupor, a la comprensión y al afecto. Cada vez con mayor fuerza resuena en su ánimo el imperativo «¡vive!». Reconoce, por fin, que precisamente el dolor ha desenvuelto en él las energías del espíritu, haciéndole capaz de las cosas más grandes y más bellas.
El poema, escrito en primera persona y en tiempo presente, está compuesto de varias poesías de valor y de significado autónomo, cada una en diferente forma métrica, que se adapta a los diversos estados de ánimo del protagonista. Así, según la concepción de Avenarius, se añade al efecto tradicional de profundidad de cada estado singular de ánimo, propio de la poesía lírica, también el efecto de relación entre las diversas poesías unidas entre sí en un homogéneo conjunto lírico. Se crea de este modo una acción interna (no externa, como en la épica o en el drama) y se describe el desenvolvimiento de un carácter, sirviéndose solamente de medios artísticos líricos. Sin un deliberado propósito por parte del autor, un motivo de carácter social se trasparenta en el fondo sentimental del poema.
A. Feldstein