Vita Christi, Isabel de Villena

Historia de la vida de Cristo, obra de la monja franciscana sor Isabel de Villena (en el siglo doña Leonor de Villena, n. en 1430, perteneciente a la familia real de Aragón), y cuyo título com­pleto es: Llibre anomenat «Vita, Christi», compost per Sor Isabel de Villena, abadessa de la Trinitat de València.

Fue publicado por primera vez en Valencia, en 1497, y reimpreso en la misma ciudad en 1513 y en Barcelona en 1527. Modernamente ha sido editado por el bibliógrafo catalán Miquel i Planas (en 1916, en Barcelona, en su colección «Biblioteca Clàssica Catalana»). Las noticias que tenemos sobre la vida de la autora de este libro excepcional nos las pro­porciona fray Hipólito Samper, el primer bibliógrafo valenciano: sor Isabel tomó el hábito de santa Clara en 1445, y se dijo que en su elección como abadesa intervino San Miguel Arcángel. Una vez investida con la dignidad llevó a cabo una eficaz reforma de la comunidad, que le valió la fama de que gozó y de la que encontramos testimo­nios y referencias en los escritores Miguel Pérez, que le dedicó la traducción de la Imitación de Cristo, en Bernat Fenollar, Pero Martínez, etc. La Vita Christi fue es­crita por su autora con el fin de servir y proporcionar a sus hijas espirituales un libro de piedad.

La muerte interrumpió su trabajo. Siete años después de su muerte, o sea en 1497, fue editado el libro por la abadesa que le siguió, sor Aldolga de Montsoriu, con el fin de complacer a la reina Isabel la Católica. En Valencia, dos años antes se había publicado ya la traducción valenciana de la Vita Christi de Ludolfo de Sajonia, traducida por Joan Róis de Corella, y el mismo año de 1497 apareció otra vida de Cristo, Vita Christi en romane perqué los simples e ignorants puguen saber e con­templar la vida e la mort de… Jesús. La obra de nuestra autora entra, por tantor dentro de un género frecuente en su tiempo. La obra empieza con la concepción milagrosa de la Virgen María. La autora amplía los Evangelios, intercala escenas alegóricas, consideraciones piadosas, citas en latín (és­tas son tan abundantes que el libro parece bilingüe) de la Biblia, de los Santos Padres,, de los escritores místicos de su tiempo.

Pero de éstas no se cita nunca el autor, sino que — como dice acertadamente Miquel i Pla­nas — surgen «ex viceribus rei», de acuerdo con la doctrina preceptiva de Tertuliano. La obra está impregnada de la mística y ascé­tica franciscanas, con influjo de la doctrina de San Buenaventura, sin las revelaciones y episodios sobrenaturales que aparecen en sor María de Agreda y en sor Ángela de Foligno. La obra está escrita con gran na­turalidad, con alegorías, personificaciones, discretos razonamientos, etc. En algún mo­mento parece recordar la técnica de la alegoría luliana, así en las doncellas que llevan los nombres de «Na Dolgor de Contemplació», «Na Altesa de Fervor», etc.

Toda la cosa sobrenatural es vista por sor Isabel de una manera solemne, casi áulica, que nunca da a la obra un tono forzado: el cielo es visto como un gran palacio; los cargos, dignidades, mensajerías, etc., se desarrollan con gran ceremonia, recuerdo seguramente de su infancia vivida en la corte. Pero ello no perjudica la naturalidad de la obra. Al lado de todo esto, además, hay un cierto realismo, manifiesto en la atención que de­dica a las cosas de la vida práctica y domés­tica. Carácter notable tiene también la ter­nura con que habla del Niño Jesús, etc. Se trata, en suma, de una visión de la vida de Cristo profundamente humana, escrita en una prosa sencilla y transparente, de perío­dos perfectos, y con un gran sentido del idioma vivo.