[Viriato trágico em poema heroico]. Poema épico del escritor portugués Brás García de Mascarenhas (1596-1656), publicado después de su muerte, el año 1699, en Coímbra. Consta de veinte largos cantos en octavas, cada uno de los cuales tiene un título particular.
La trama de la obra es poco orgánica. El pastor lusitano Viriato escucha a la diosa Ocasión que le ofrece la gloria, induciéndolo a combatir a los romanos que han invadido su patria. Él organiza algunas acciones, durante las cuales conquista la ciudad de Aufragia. El pretor Galba, para inducir a los lusitanos a la paz, les promete campos fértiles en la llanura; pero cuando ellos se dejan conducir por los guías romanos hacia las nuevas tierras, los hace asaltar y degollar. Viriato entonces, habiendo huido con unos pocos lusitanos, organiza la lucha y durante varios años combate y vence a muchos ejércitos romanos, y el propio Fabio Máximo se ve reducido a aceptar una paz dura, por lo que su hermano Escipión, que le acompaña, logra desposeerle del mando y ocupar su puesto. Pero comprendiendo que tarde o temprano será vencido, induce a Aulaces, jefe celta aliado de los lusitanos, enamorado de la romana Mesalina, a matar a Viriato.
Por fin también Aulaces, ante la ingratitud de Escipión, se mata junto con Mesalina, quien al morir reprocha a Escipión su perversidad. La narración tiene un desarrollo de crónica, es monótona, y esta característica se agrava con las largas exhibiciones de ciencia militar. No consiguen animar la acción los episodios de amor entre Vandermilo y Felisaura, entre Balaro y Crisalva, entre Silo y Ormia, entre Curio y después Erilo y Lisbella, entre Apuleo y Cloride, que introducen en el elemento épico clásico los motivos de la novela caballeresca.
Sin embargo, el Viriato está considerado por algunos como el segundo poema épico portugués después del de Camões pero la obra no eleva nunca sus farragosos elementos a un plano de auténtica creación, y se limita a ser un documento notable de las preocupaciones políticas y culturales del tiempo en que la obra fue escrita. En este respecto, además de la clara tendencia gongorina, merecen recordarse el canto undécimo, que describe fiestas y juegos; el decimotercero, por intercalar versos españoles e italianos en lengua original en las octavas 42-49, y el decimoquinto, por las abundantes referencias autobiográficas del autor.
L. Panarese