[Pervigilium Veneris). Himno anónimo a Venus en 93 heptasílabos trocaicos, dispuestos en estrofas desiguales, separados por un verso intercalado que es una invitación al amor: «ame mañana quien nunca amó, mañana ame quien amó» [«Cras amet qui numquam amavit, quique amavit cras amet»].
Atribuido a Catulo, a Apuleyo, a Annio Floro o a Tiberiano (siglo IV), sus caracteres morfológicos lo sitúan, en realidad, entre los siglos II y III. Este himno estaba destinado a ser cantado en la vigilia de la fiesta de Venus, quizás por un coro de muchachas, en glorificación de la diosa generadora a quien ya Lucrecio alababa en el poema de la Naturaleza de las cosas (v.), como estímulo universal de la fecundación. Impetuoso y al mismo tiempo ligero, tejido de imágenes primaverales y brillantes, y con todo delicado y popular en su ritmo, este canto más que a la poesía erótica, docta y mitológica del humanismo clásico, ofrece puntos de semejanza con las canciones medievales y los cantos goliárdicos.
F. Della Corte