[Vita e fatti di Federico da Montefeltro, duca d’Urbino]. Obra de Bernardino Baldi (1553-1617), escrita entre 1602 y 1603 y publicada en 1824, resultado de dos siglos de trabajo historiográfico sobre la biografía del gran capitán y mecenas.
Ya en vida de Federico, cuando en 1471 Sixto IV le hizo duque, nació entre los literatos más acreditados de la época una verdadera rivalidad para exaltar sus hazañas. El mismo duque consintió en escribir algunos recuerdos autobiográficos, que aunque incompletos sirvieron de ayuda a Pier Antonio Paltroni, canciller ducal, para escribir en lengua vulgar una vida de Federico da Montefeltro, que sigue inédita. Esta primera biografía sirvió de base a Francesco Filelfo, que se disponía a narrar, con elevado estilo, la vida y las hazañas de Montefeltro, el cual, al morir Sforza, aparecía como el mejor capitán italiano, junto con Bartolomeo Colleoni. La obra de Filelfo no gustó y quedó inacabada. Trataron entonces de superarle Giann’Antonio Campano, Porcellio Pandoni y Giovan Mario Filelfo, que cantó en hexámetros, en el poema Martiados, su vida y hazañas.
Entre tanto, con independencia de la Vida de Paltroni y de las elaboraciones humanísticas que había sufrido, aparecían, en aquellos mismos años, la Vida de Vespasiano da Bisticci (v. Vidas de hombres ilustres); la Crónica de Gubbio de Guerriero, que puede considerarse como una historia de Federico, y el poema en tercetos de Giovanni Santi, el padre de Rafael, último eco de las crónicas nacidas de la imitación de la Divina Comedia (v.). Todo este material fue utilizado en la segunda mitad del siglo XVI por Gerolamo Muzio Giustinopolitano, que escribió una Vida de Federico da Montefeltro, publicada en Venecia en 1606. Pero también esta biografía, de sabor cortesano, fue juzgada indigna de la grandeza real del personaje, y en 1601 Francesco Maria II della Rovere encargó a Bernardino Baldi, entonces abad de Guastalla, la composición de una Vida de Federico.
Basándose exclusivamente sobre documentos, expurgada de las amplificaciones de la retórica cortesana, la obra señaló un progreso notable sobre la Vida de Muzio y un regreso a los Comentarios de Paltroni, cuya veracidad confirmó. No es ésta una exaltación de la actividad demiúrgica del héroe, sino una exacta interpretación de una vida en el tiempo en que se desarrolló y en las peripecias que sufrió o venció, una vida rica de humanidad, cuya significación e influencia en la historia italiana del siglo XV están captadas con feliz intuición. Y aunque queden en ella resabios de los vicios propios del autor y de su siglo, la Vida de Baldi queda como ejemplo insuperable, en la biografía «feltresca», de equilibrio histórico, de exactitud de información y de agudeza en los juicios. Muy por debajo de él quedan los historiadores posteriores, como Repossati, Lazzari y Ugolini se sirvieron juiciosamente de Baldi, y por tanto derivan en gran parte de él, James Dennistoun (Memoirs of the Dukes of Urbino) y el más reciente biógrafo de Federico, Robert, de la Sizeranne (El virtuoso condotiero, v.).
G. Franceschini