[Vita di Ugo Foscolo]. Biografía de Giuseppe Pecchio (1785-1835), publicada en 1830 y considerada aún hoy día como la más viva. Pecchio conoció a Foscolo en Milán en los círculos políticos y literarios, fue testigo de la difusión de su fama literaria y lo encontró de nuevo en Londres en su destierro voluntario; por tanto, hubo entre ellos seguramente una gran comunidad de vida, si no una efectiva hermandad de espíritu.
Pecchio comprende y admira al poeta a su manera, aunque con cierta animosidad polémica. Para él Foscolo es especialmente el romántico, el autor de las últimas cartas de Jacopo Ortis (V.) y el hombre capaz de abandonarse a todos los excesos de un temperamento exuberante. Le considera poeta genial y despreocupado, como un personaje frente al que un conversador gracioso y mundano, como él mismo era, podía encontrar unos excelentes motivos para anécdotas picantes, salidas chistosas y chismorreos. Poca simpatía encierra, sin embargo, la ligereza de ciertos juicios de Pecchio sobre la vida privada y la actitud de Foscolo frente a los acontecimientos políticos. Sin cuidarse demasiado de profundizar los significados, describe sus amores, su pasión por el juego y sus demás debilidades, deteniéndose precisamente allí donde puede lucirse un detalle gracioso.
Así, aunque teniendo palabras ardientes de admiración para Foscolo, obligado a salir de su patria, Pecchio sin embargo no sabe dejar de reprocharle por haber asistido con indiferencia a las guerras de independencia de su propia tierra natal, e irónicamente pregunta de qué manera podía Foscolo casi todos los días leer «con los ojos secos a Homero» pensando en que «los descendientes de aquella raza estaban muriendo día tras día bajo el palo y el sable de los turcos». Los amigos de Foscolo, y primero su hermano Giulio, arremetieron con vehemencia contra quien se atrevió con tanta ligereza a escribir una obra de tal importancia sin sopesar todas sus responsabilidades, y llegaron a acusarle de haber escrito únicamente para desahogar sus rencores contra el poeta.
Sin embargo, es probable que el juicio más exacto sobre Pecchio lo diera precisamente el mismo Foscolo cuando, en una de las cartas de sus primeros tiempos londinenses, declaró: «Quiero a Pecchio y tengo confianza en él, y siempre le querré, cualquiera que sean sus sentimientos para conmigo, y si me condenara no le acusaría nunca de maldad, sino de ignorancia»
T. Momigliano