[La vie de mon pére]. Memorias en cuatro libros efe Edme-Nicolás Rétif (o Restif) de la Bretonne (1734-1806), publicadas en 1779 (en realidad en 1778). Con devoción filial, después de las procaces aunque moralizadoras confesiones del Señor Nicolás (v.), el autor hace sobre su padre, Edme Rétif (1692-1763), esta evocación de costumbres del siglo XVIII.
En un ambiente sano, de campesinos bretones, el niño siente inclinación por el campo; su espíritu, educado en la honradez y el deber, hace destacar sus cualidades, desde el afecto por los animales domésticos, compañeros del hombre, hasta el estudio de las Sagradas Escrituras. Edme marcha a París para buscar trabajo y conocer mejor la vida; sin darse cuenta, al entrar en la ciudad, un viejo le da un paquete que contiene contrabando, y hace así que él lo pase ingenuamente burlando el derecho de consumos, desdeñando enojado la recompensa que le es ofrecida después. Entre tanto, encuentra empleo como escribiente en casa de un abogado, y está a punto de casarse con una de sus hijas cuando por delicadeza hacia un amor de la muchacha renuncia a tal enlace. Vuelve, pues, a su hogar, en Auxerre, donde su padre antes de morir quiere casarle con la hija de un amigo suyo.
Edme obedece y vive honradamente hasta quedar viudo muy pronto. Se dedica a los estudios de agricultura y llega a ser notario y juez. Su existencia pasa tranquila en el campo. De regreso a París encuentra de nuevo a las hijas del abogado, ya muerto, y se entera de varias vicisitudes de sus vidas. Vuelve a contraer matrimonio con una infeliz criatura que ha sido engañada por un hombre maduro, ya casado, dándole la paz que todos le negaban. Su honesta existencia transcurre entre el amor al trabajo y la educación de sus hijos, entre disentimientos y obstáculos, hasta su muerte, que es la de un verdadero justo. De las segundas nupcias había nacido el escritor, que de él recibió el ejemplo de una vida de sinceridad y de fe. La vida del «Hombre Honrado» como era llamado Edme, inspira al autor una narración amanerada y continuamente interrumpida por digresiones morales; aunque eche mano de efusiones idílicas, muestra la misma incapacidad de construir una narración propiamente dicha, como en las descripciones híbridas y malsanas de sus novelas eróticas.
C. Cordié