[Viagaio in Parnaso]. Breve poema en tercetos de Cesare Caporali (1531-1601); publicado en 1582. Capo- rali, admirador y continuador de la tradición bernesca, inserta en esta obra los temas acostumbrados de la poesía jocosa. Las cosas andan mal en este mundo avaro para los poetas, ya que, según dice el autor, «i signori grammatici moderni/ánno del declinar tolto il dativo» [«los señores gramáticos modernos/han quitado el dativo de la declinación»!.
El poeta resuelve, pues, entrar en la corte de Apolo, y parte con su muía (que es el símbolo de su particular actitud poética). En las faldas del Parnaso, donde el Desprecio hace justicia a tanto papel impreso, viene en su ayuda el Capricho, extraña criatura con manto adornado de antojos y quimeras, el cual, enterado de la carta de recomendación del cardenal Ferdinando de Medici, a cuyo servicio está el autor, y en consideración a los merecimientos de la noble familia para con el Parnaso, aparta a su paso todo obstáculo. Y he aquí que entre plantas y flores, símbolos de las varias cualidades de la poesía, suenan cantos armoniosos y el poeta avanza, mientras los dedos de sus pies se le transforman en dáctilos y espondeos. La Licencia Poética le conduce a un palacio hecho no de pórfido y mármol, sino de «fábulas e historias», pintado de retóricos colores, diseñado por la Invención, construido por «seis maestros», que representan las seis partes de la oración.
Tiene cuatro puertas, símbolos de la poesía hebraica, griega, latina y toscana. El autor entra en el palacio por la última puerta y se detiene en la cocina, donde, dirigidos por Bemi como cocinero en jefe, trabajan los poetas burlescos’ Consigue también ver el gran consistorio, donde reina Petrarca entre Dante y Boccaccio, pero una veleidad de su muía, molestada por el asno pegaseo, le obliga a retroceder, interrumpiendo su viaje. Lo cual significa alegóricamente que la poesía burlesca puede conducir al Parnaso, pero no a las alturas de la poesía heroica o lírica. Insertas en la trama, encontramos alusiones de todo género acerca de las cuestiones y disputas literarias en que tanto abundaba aquel siglo. El buen sentido crítico y la aguda vivacidad de ciertas ocurrencias constituyen el valor del poemita y lo distinguen entre la farragosa y descuidada producción del autor, que no sin razón asumió en la Academia perugina de los Insensatos el título de Destemplado.
E. C. Valla