Es el primero de los relatos de Stendhal (Henri Beyle, 1783-1842), publicado en la «Revue de Paris» en 1829, a los que la edición de las Obras (M. Lévy, 1855) debía reunir bajo el título, que después se ha conservado, de Crónicas italianas [Chroniques italiennes], comprendiendo La abadesa de Castro (v.), Los Cenex [Les Cenci], La duquesa de Palliano [La du- chesse de Palliano], Vanina Vanini y, además. Las tumbas de Corneto [Les Tom- beaux de Corneto], breve descripción de la necrópolis etrusca de Tarquinia, y un ensayo sobre el teatro y la novela, La comedia es imposible en 1836 [La comédie est impossible en 1836]. Es preciso añadir aquí San Francisco en Ripa [San. Francesco a Ripa], y también dos relatos inacabados: Demasiado favor mata [Trop de faveur tue] y Sor Escolástica [Suora Scolastica]. Vanina Vanini es la orgullosa hija de un príncipe romano; concede su amor a un carbonario herido, Missirilli, a quien el amor a la patria, aun estando herido, devuelve a su peligrosa vida. Herida en su orgullo y en su amor, Vanina hace prender a los conspiradores mientras Missirilli se halla junto a ella. Como él se libra como embajador, ella obtiene el perdón para los condenados y ofrece a su amante los medios para huir. Acepta él, pero por la patria a la que se debe por completo. En un arrebato de orgullo, le revela ella entonces su traición, fruto de su exceso de amor por él, y Missirilli la rechaza maldiciéndola. *
La Duquesa de Palliano En la Duquesa de Palliano [La Du- chesse de Palliano] («Revue des Deux Mondes», 1838; firmado: De Langenevais) revive la sombría violencia del siglo XVI; Roma, la Roma de los Cenci, de la Accoromboni., de la Abadesa de Castro, ve la sorprendente fortuna, el trágico final de los Carafa, sobrinos- del papa Paulo IV. Don Carlos Carafa, cardenal y primer ministro, y su hermano don Juan, duque de Palliano, rivalizan en rapacidad y lujuria. Son desterrados por su tío. El duque de Palliano mata con su propia mano a Marcel Capecce, que supo inspirar en la orgullosa duquesa Violante una pasión culpable; mata a Diana Brancaccio que fue la mediadora entre los traidores; amó a Violante y la perdonaría; pero el cardenal y la familia, en reparación del honor exigen la muerte. Violante afronta su destino sin temblar y es estrangulada por su propio hermano, el conde D’Aliffe, por orden del duque. El Papa muere; y Pío IV, el nuevo papa elegido, ordena la instrucción del proceso. D’Aliffe, el cómplice del cardenal, y el duque morirán decapitados. El cardenal Carafa es ahorcado.
El héroe de San Francisco en Ripa [San Francesco a Ripa] («Revue des Deux Mondes», 1853), el joven Jean Norbert de Sénecé, sobrino del embajador de Luis XV en Roma, ha amado a la princesa de Campobasso, devota y apasionada, quizá demasiado al modo del caballero encantador, ligero y voluble. Sabiendo que Sénecé mariposea en torno a una rival, la princesa despide a su amante. Dos días después, Sénecé, regresando a medianoche, escapa a una emboscada refugiándose en la pequeña iglesia de San Francisco, donde luce el resplandor de mil cirios. Se acaban de celebrar unos funerales por el alma del «alto y poderoso señor Jean Norbert de Sénecé, caballero muerto en Roma». Llega a su hotel: cae muerto junto a su ayuda de cámara alcanzado por ocho disparos de arcabuz.
En Demasiado favor mata [Trop de faveur tue], nos hallamos, hacia finales del siglo XVI, en el convento florentino de Sainte-Riparata. Las rivalidades de las religiosas de noble familia, los amores culpables de varias de ellas, sirven de marco a los puros sentimientos que ligan al Gran Duque, cardenal Fernando de Médicis, con la virtuosa abadesa sor Virgilia, y a la pasión oculta, y muy pronto irresistible, de la imperiosa sor Félize degli Almieri por el conde Buondelmonte, nombrado por el Gran Duque para la administración del convento. Para volverlo a ver, sor Félize hace herir por su antiguo amante a dos jóvenes nobles que venían a visitar a sor Céliane y sor Fabienne. Las cosas salen mal, y los infortunados expiran en brazos de sus amantes, ante los ojos horrorizados de la abadesa, a quien sor Céliane hará envenenar. El terrible obispo de Florencia es informado de los hechos. «En este caso, vamos a tener sangre o venenos», se lamenta el conde Buondelmonte… Aquí se interrumpe el relato, inacabado. Pero la ausencia de un final, no empaña lo más mínimo el poderoso relieve de la narración.
Quedan dos redacciones fragmentarias de Sor Escolástica [Suora Scolastica]. Stendhal aún dictó algunas páginas el mismo día de su muerte. Sobre el telón de fondo de las continuas intrigas políticas del reinado de Carlos III en Nápoles, después de su victoria en Valletri, en 1744, sobre los austríacos, aparecen los amores de don Gennarino de Las Flores y de la tierna Rosa- linde, hija del príncipe de Bissignano. Él la rapta del convento donde su familia la tiene encerrada… Acerca de la continuación de la historia — los furiosos celos de Gennarino y su suicidio, el triste matrimonio de Rosalinde… — no quedan más que algunos fragmentos del plan general. Las Crónicas italianas se presentan como «traducciones fieles» de antiguos manuscritos encontrados en Italia; si en efecto se inspiraron en ellos, el genio de Stendhal transformó, de hecho, la torpe narración de los cronistas, y creó la Italia sangrienta y apasionada del Renacimiento, la no menos cruel y también ardiente del siglo XVIII y la otra de la época misma del autor, en conmovedores resúmenes, rebosantes de «energía» en estado bruto, salvaje, libre y verdadero, como a Stendhal le agradaba.