Una discordia fraterna en la casa de Habsburgo, Franz Grillparzer

[Ein Bruderzwist im Hause Habsburg], Tragedia en cinco actos idea­da desde el 1824 para un proyectado drama sobre Rodolfo II, y que se realizó después en unos 3.000 versos. Fue terminada en 1855, y apareció postuma en 1873. Después de un concienzudo estudio de las fuentes históricas — de las que también se sirvió Schiller para su Wallenstein (v.) —, el autor comienza, con estilo seguro, la acción que se desenvuelve en los umbrales de la Gue­rra de los Treinta Años. Estamos en Praga, en la corte del emperador Rodolfo II.

Este extraño Habsburgo — educado en España, amante de las artes, de la astrología, de la alquimia, indulgente con los herejes, pero católico severo; iracundo y humilde, misán­tropo, pero piadoso para con las víctimas inocentes; flojo, pero consciente de su dig­nidad imperial—, en su amor por el orden, supremo bien del mundo, y en su horror por toda revolución, se asemeja al propio Grillparzer. Su hermano Matías, hombre dé­bil e- influenciable, ávido de poder, trata de explotar el descontento general contra el gobierno de Rodolfo para ocupar su pues­to; dominado por el astuto obispo Klesel, se hará dar el mando del ejército en la guerra húngara contra los turcos. Vencido, piensa firmar una paz separada con Tur­quía y trama con los archiduques el desmoronamiento de su hermano.

En tanto, Rodolfo vive aislado en el «Radcin», tratando de fundar en secreto una orden de caballeros de la paz. El príncipe imperial, duque En­rique Julio de Brunswik, adicto suyo, le abre los ojos sobre el peligro que le ame­naza. Demasiado tarde. Ya Matías avanza con un ejército contra Praga, atrayéndose con promesas a los husitas bohemios, sos­tenidos por el conde Thurn; Leopoldo, her­mano predilecto y fiel a Rodolfo, intenta oponerse en vano. El emperador queda pri­sionero en el castillo, mientras Matías reina en Viena con su favorito Klesel. Los ar­chiduques Max y Fernando se enemistan con él, y por fin Fernando logra apoderarse de Matías. Pero la muerte de Rodolfo (que Grillparzer traspasa del 1612 al 1618, por consiguiente al comienzo de la Guerra de los Treinta Años) hace emperador a Ma­tías, que en el momento de reinar solo, se siente demasiado débil.

Pero los aconteci­mientos se precipitan y el ejército del empe­rador debe marchar contra Praga. La apari­ción del coronel Wallenstein, al servicio de Fernando, simboliza el comienzo de la nue­va guerra. Con esta acción principal, un poco forzada, se mezcla otra acción secundaria, con la que el drama comienza: la aventura del hijo natural de Rodolfo, don César, joven mala cabeza, que se enamora de una muchacha de Praga y, durante la revolu­ción, termina por matarla y abrirse luego él las venas en la prisión. Cuando inten­tan salvarle el padre se opone, para que con el justo castigo se restablezca el orden divino. La tragedia respeta en todos los de­talles y en todas las figuras, desde los archiduques, admirablemente caracterizados, hasta la del omnipotente camarero Rumpf con su cómica mezcla de lenguas, las cos­tumbres históricas. El diálogo, en pentápodos yámbicos, es fluido, vivo y estilística­mente perfecto.

C. Baseggio y E. Rosenfeld