[Mesjac v derevne]. Comedia en cinco actos de Iván Turguenev (1818-1863), publicada en 1850. Nathalia Petrovna, una madame Bovary de la estepa, próxima a los treinta, veranea en el ambiente de un parque, junto a un marido poco atento. No se sabría definirla si como melancólica o sordamente apasionada; ninguno de los estados de su alma tiene el carácter definido de los de una psicología occidental. Un joven estudiante, Alexis, contratado como preceptor de sus hijos, se instala en su casa. El joven trae con él, inconsciente de su poder, la gracia y las tentaciones de la juventud. Verotchka, la joven pupila de Nathalia, de diecisiete años, experimenta en la compañía de Alexis el goce del primer amor. Nathalia sufre por ello una profunda turbación: una irresistible fuerza, secreta y mal conocida por ella misma, la empuja hacia Alexis. Con todo no da ninguna señal externa de su inquietud: Nathalia conserva la más perfecta calma y sus labios no pronuncian más que palabras limpias de toda intención malsana. A pesar de ello incita a Verotchka a que se case con un pretendiente viejo y enclenque que intriga en torno a la muchacha. Finalmente descubre con estupor, al final de su inútil intento, que su única intención era la de eliminar a una rival.
Este descubrimiento le inspira los más dolorosos remordimientos y ella misma se confiesa a Alexis. Éste huye al principio a lo que considera prohibido, pero luego se abandona y deja prender por el encanto de un naciente idilio. Desde este instante un malestar general se deja sentir en la casa. Todas las relaciones se hacen dudosas. Verotchka, al verse suplantada, anuncia que se casará con el viejo; el joven Rakitin, que suspiraba castamente junto a Nathalia, es acusado falsamente por el marido de ésta de haber turbado la paz de su esposa, y se dispone a marchar. Alexis, conmovido por desconocidos sentimientos, es presa de todas las dudas, su presencia es la causa de todas las perturbaciones. También él a su vez se dispone lealmente a abandonar la casa. De tal modo concluye este mes en el campo; el verano sigue su curso apacible; tan sólo algunas oscilaciones en la superficie han señalado las profundas conmociones que han agitado el espíritu de unos personajes reunidos por las circunstancias.
La obra es, en definitiva, una sucesión de crisis abortadas. Turguenev ha sabido pintar aquí los más delicados matices, con el espíritu benevolente de un genio del bosque.