[Ubu roi]. Drama de Alfred Jarry (1873-1907), estrenado en 1896 y publicado en 1900 junto con Ubú encadenado i Ubu enchaîné].
Es una visión escénica descarada y abiertamente satírica de las mentiras de la edad moderna, aunque el argumento se desenvuelve en un mundo lejano y por completo extraño a la civilización actual. Un capitán de dragones del rey Wenceslao de Polonia, Ubú (v.), por inspiración de su mujer se deja tentar por ia ambición del trono; durante una parada militar mata, con los conjurados, al soberano y a dos de sus hijos, en tanto que el príncipe heredero y su madre huyen y se refugian en una caverna. Ubú, proclamado rey, trata de sacar dinero de todas partes, despoja y mata a nobles y magistrados, impone contribuciones excesivas a los campesinos y concede al pueblo alguna dádiva de tanto en tanto para evitar disturbios.
Nace, a pesar de todo, un vivo descontento, y el improvisado soberano busca el remedio con locas medidas. Estalla entre tanto la guerra con Rusia; luego asciende al trono el hijo de Wenceslao, y Ubú, tras varias peripecias, se escapa, intentando nuevas pruebas en otras partes. El carácter cómico de Ubú se desenvuelve con renovada vivacidad en una especie de continuación, Ubú encadenado, compuesto en 1889; pero la acción escénica está dirigida en este drama siguiendo una inspiración fantástica que resultaría incomprensible si el interés de la obra no residiera en la sátira de los acontecimientos singulares y en el diálogo. El pobre Ubú, rey sin corona, llega al país de los Hombres Libres, y para encontrar fortuna de manera original, quiere hacer de esclavo, de limpiabotas. Pero por el ansia de dinero asalta a unos paseantes, y aunque las víctimas no le acusen, resulta condenado a prisión.
Ubú ha caído en un pueblo bien extraño: cada cual es libre de hacer lo que le place (es típico el episodio de los Tres Hombres Libres que haciendo la instrucción militar en la plaza de armas quieren hacerla cada uno a su manera), y, si quiere, puede hasta escoger la prisión que más le acomode. Así ocurre. En tanto que Ubú es conducido a las galeras turcas, varios hombres libres se dirigen en masa al Sultán a quien deben ser entregados. Y con un himno pintoresco a Ubú, siempre considerado como rey, termina la comedia entre chistes de todo género. Queda patente la crítica al orden democrático, de modo análogo a como en el drama Ubú rey se criticaban los gobiernos absolutos. En ambas atrevidas realizaciones escénicas se ve cómo la jocundidad expresiva de Jarry halla motivo de continuas efusiones en los diálogos traviesos, en las palabras equívocas y en las situaciones paradójicas de los personajes; pero, sobre todo, las obras se inspiran, desde el punto de vista escénico, en una experiencia de tipo simbolista para subrayar con la continua sátira la movilidad de una fantasía cómica.
Merced a tal carácter de absoluta independencia de la tradición teatral y literaria, estos «dramas» tienen gran importancia polémica en el arte novecentista; Ubú rey, musicado en algunas de sus partes por Claude Terrasse, logró a menudo la comicidad más inconsiderada y monstruosa, tal en la arlequinada final de la «Chanson du décervelage». El motivo cómico, base de esta obra, sirvió también a Jarry para componer El pequeño almanaque del tío Ubú [Petit almanach du père Ubu] y el Almanaque del tío Ubú para el siglo XX [Almanach clu père Ubu pour le XX siècle].
C. Cordié
* En 1933 el comerciante de cuadros y escritor francés Ambroise Vollard (1872-1939) publicó otra continuación con el título Les réincarnations du père Ubu, ilustrado con buenos aguafuertes por G. Rouault.