[Terra vergine). Es el primer libro de Gabriele D’Annunzio (1863- 1938). Aparecido en 1882, contemporáneo del Canto nuevo (v.), comprende nueve bocetos, algunos brevísimos.
No menos evidentes que en Primo vere las enseñanzas de Carducci, se advierte también aquí la influencia del Verga de Vida de los campos (v.); y si, respecto al nuevo modelo no alcanza la autonomía que se halla en las «bárbaras» del Canto nuevo, tampoco torna al ingenuo academicismo de Primo vere; porque basta vaciar de todo impulso que no sea el sensual el primitivismo de Verga, para descubrir en él claros antecedentes de la musa de D’Annunzio. Aquí, como en lo sucesivo, al hacerse narrador e indagador del alma humana, D’Annunzio conoce solamente el sexo; pero con tal elementalidad de datos, que al tiempo que empobrece la tentativa psicológica, le confiere en cambio, dentro de sus límites, persuasión y fuerza.
Las alusiones humanitarias no faltan, pero desfogadas, al margen; son gritos, deseos, olores, colores, sabores y sobre todo paisajes; y no sólo son estos últimos simple escena para los acontecimientos humanos, sino que ellos mismos son partícipes y sugeridores de voluptuosidad. El núcleo poéticamente vivo está constituido por apuntes y retazos para otras alegres explosiones sensuales, como en Canto nuevo, con tanta menor pureza lírica cuanto más trata el núcleo lírico de extenderse en la trama narrativa, que en sustancia le es extraña. Sin embargo, para medir la importancia de los breves bocetos en la historia de la poesía d’annunziana, es preciso compararles a los motivos, análogamente narrativos, de la III y IV partes del Canto nuevo; éstos, en prosa, aunque evidentemente influidos por Verga, son igualmente originales de cadencias y de tono.
D’Annunzio trataba, desenvolviendo de modo narrativo su original impulso lírico, de profundizarlo como propia experiencia psicológica; por eso los dos nuevos bocetos añadidos en la edición de 1884 (pero compuestos en época poco posterior a los otros) intentan un mayor desenvolvimiento de la psicología y de la narración propiamente dicha, comenzando a utilizar, junto con el ejemplo de Verga, el de Maupassant. Tierra virgen fue más tarde incluida con Giovanni Epíscopo (v.) en la Edición Nacional de las obras de D’Annunzio con el título de Las primaveras de la mala planta (1931).
E. De Michelis
D’Annwnzio prosista, para mí no existe. (G. Mazzoni)
…los trozos de prosa, brillantes de pájaros enamorados, deslumbrantes de primaveras túrgidas, húmedos de rústicos besos son, en Tierra virgen, los fragmentos de materia poética elaborados en el Canto nuevo. (G. A. Borgese)
Es el libro más prometedor y anunciador del D’Annunzio futuro. (P. Pancrazi)
Aquí toda la materia se convierte en vivo sentimiento del poeta, una prosa vehemente y neta, de sabor áspero y cordial como un buen vino. (F. Flora)