[Terre inhumaine}. Drama en tres actos de François de Curel (1854-1928), estrenado en París en 1922. Es un drama de guerra, que tiene lugar entre un hombre y una mujer, en el silencio de una casita de Lorena.
Es la casa de Paul Parisot, un francés que, no pudiendo convivir con los alemanes, ha abandonado su tierra durante muchos años para vivir en París. Vuelve ahora, secretamente, para saludar a su madre, tras de aterrizar clandestinamente en un aeroplano más allá de las líneas alemanas, para cumplir una peligrosa misión de espionaje. Pero en su remota casita se hospeda una princesa de la casa de Guillermo II, mujer de un alto oficial, que ha venido con la esperanza de ver a su marido. Esta mujer, que ha vivido siempre entre las tradiciones y la etiqueta de la corte, esconde en sí un corazón soñador y aventurero. La casa solitaria en la que ella puede perder al hombre denunciándolo, mientras el hombre está con el arma en la mano para prevenirse del peligro, es verdaderamente la tierra irreal y no humana de sus sueños.
En una dramática tensión de espíritu, el hijo del campesino y la sobrina del emperador luchan, impelidos por el odio y por el deseo. Terminan juntos: el hombre con el revólver bajo la almohada y la mujer con los ojos abiertos. Luego él no sabe matar; pero cuando ella intenta denunciarlo, la madre de Paul realiza el gesto que su hijo no ha osado, dispara un tiro a la extranjera y espera, en resignado silencio, a la justicia, mientras el hijo parte hacia donde le llama el deber. El drama es, escénicamente, uno de los mejores del autor, que en su vejez ha logrado concentrar en líneas de perfecta sencillez uno de esos violentos conflictos que surgen en almas excepcionales o en las situaciones raras que él prefiere para su teatro.
E. C. Valla