Tempestad y Pasión, Friedrich Maximilian Klinger

[Sturm und Drang]. Drama de Friedrich Maximilian Klinger (1752-1831), estrenado en Leipzig en 1777. Su título primitivo, Caos, fue cam­biado más tarde por su título actual, que dio su nombre a todo el movimiento prerromántico alemán (v. Sturm und Drang, en tonto I).

La acción se desenvuelve en tiempo de la guerra de la independencia americana, en la que toman parte lord Bushley con su hijo Carlos, que ha tomado el nombre de Wild y lord Berkley con su hijo Enrique, que se hace llamar Boyer y ejerce una especie de noble piratería. Todo el drama estriba en un doble equívoco: lord Berkley acusa a su amigo Bushley de haberle raptado a su hijo, mientras Carlos cree que el joven Berkley le ha matado a su padre; por otra parte todos los perso­najes, por extraña fatalidad, aun viviendo unos junto a otros no se reconocen, y todos combaten por la gran causa. La vigilia de la batalla decisiva, mientras se espera un duelo entre Enrique y Carlos, la interven­ción de un pequeño esclavo moro resuelve todos los enigmas; en efecto, explica que lord Bushley no ha muerto, porque fue sal­vado por él, y lord Bushley puede presen­tarse y defenderse de la acusación de haber raptado a Enrique.

Así la historia concluye felizmente con la boda de Carlos Bushley y Carolina Berkley, la cual, durante el tumultuoso desarrollo de la acción, ha sabido mantener encendida la serena luz de la esperanza y del amor. El apasionado Wild y sus fieles seguidores; el idílico Le Feu, que corona su amor con una vida pastoril; Blasius, desilusionado y descontento, que acaba por hacerse ermitaño, personifican los diversos aspectos del alma inquieta de Klin­ger, que en este drama lleva por primera vez a escena los motivos y los símbolos que prefieren los románticos: como el «Castillo de papel» fabricado por lord Berkley, sím­bolo de primitiva ingenuidad, y la música concebida como un consuelo. El drama, es­cenificado con vigor, fue acogido fríamente por el público, que no estaba preparado para aquel género de teatro que se iniciaba, pero fue destacado por la crítica. No falta­ron, sin embargo, los adversarios. Un anó­nimo crítico del «Semanario de Berlín» juzgó que los personajes de Tempestad y pasión «eran gente tan llena de ardor que podría servirse del océano solar como de un baño refrescante». En realidad, en medio del tumultuoso desorden de las pasiones desencadenadas y en la libre estructura de aquella composición dramática se anuncia­ban ya los nuevos tiempos: es el romanti­cismo a punto ya de hacer irrupción en el mundo de la poesía alemana. G. F. Ajroldi

Lenz y Klinger eran más o menos de la misma edad y rivalizaron en el ardor de su juventud; pero Lenz pasó como un meteoro por el horizonte de la literatura, y desapa­reció de improviso, sin dejar rastro. (Goethe)