Teatro de Robreño

La producción tea­tral del actor Josep Robreño (1780-1838) constituye, junto con la de Francesc Renart (v. Teatro de Renart), el inicio del renaci­miento del teatro catalán, comenzado en los primeros años del siglo XIX. Las obras de Robreño se caracterizan por tener una fina­lidad práctica al servir de instrumento de propaganda al autor, dedicado con pasión a la política como había hecho con sus popularísimos «romanaos». Robreño compuso sai­netes y piezas en los que se fustigaba a los absolutistas y se ensalzaba como ideal supremo de libertad el código fundamental que se promulgó en las Cortes de Cádiz.

El autor escribió estas obras en parte en len­gua catalana, para que fuesen más compren­didas y para dar un relieve pronunciado a ciertos personajes típicos que en las mis­mas intervenían. El hermano Buñuelo [Lo hermano Buñol], El Trapense, La huida de la Regencia de la Seo de Urgel y desgracias del padre Llibori, El padre Camot a Guimerá, Numancia de Cataluña y libre pueblo de Porrera [Numancia de Cataluña y libre poblé de Porrera], Mosén Antón en las mon­tañas de Montseny [Mossén Antón en les montanyes de Montseny] son obras que se caracterizan por su finalidad política. Todas ellas, excepto Numancia de Cataluña, no es­tán exclusivamente escritas en catalán. El catalán corresponde a los personajes popu­lares. La moraleja o tesis de la obra que se expone en largos e inflamados discursos como también los himnos con que termina­ban al compás de músicas marciales están en castellano. Los personajes de calidad se expresan también en castellano.

Los que se expresan en catalán lo hacen con natura­lidad, con fraseología vulgar, pero viva, arrancada de lo real. El castellano es enfá­tico y artificioso. En La Unión o la tía Secallona, en las fiestas de Barcelona sobresale el tipo inquieto de la mujer hacendosa tan corriente en Cataluña, que con los años no pierde su vivacidad instintiva, pero que se transforma en regañona, en añoradiza de su tiempo, para ella el mejor, en enemiga de las novedades y placeres de la juventud. En La calumnia descubierta o el Bautista y la Carmeta [La calumnia descuberta o en Bau­tista i la Carmeta] se observa la honradez proverbial de las clases trabajadoras de Ca­taluña y se desarrolla un drama comprimido entre traidores e inocentes, con el triunfo final de la virtud. El alcalde zapatero [El arcalde sabater] es un entremés de sabor popular delicioso. Destaca la gravedad có­mica del remendón elevado a la autoridad de alcalde de barrio. La mejor obra de Robreño es sin duda el Sarao de la Pata cada [El Sarao de la Pata cada], fiel retrato de las costumbres populares barcelonesas de co­mienzos del siglo XIX. Robreño, como Renart, nunca rebasa los límites de la vieja Barcelona. A uno y otro se les considera precursores del teatro catalán moderno. En 1855 fueron impresas las diecinueve obras teatrales de Robreño, así como también sus obras poéticas.